Quizás el gran desafío de la vida, es aprender a vivir y sacarle el mayor provecho a crecer con consciencia. Sin embargo, por los mismos afanes de la sobrevivencia, podemos estar dormidos estando despiertos. El cambio y la transformación es uno de las más grandes constantes de la naturaleza humana.
No obstante en el hábitat humano hay resistencia al mismo cambio y pocas veces se hace consciencia de que el cambio está presente hasta que abandones este mundo. No obstante, no hay consciencia plena de que vivimos en la matriz. Solo basta con alzar la mirada en un café o sitio público para observar que cada persona anda en su mundo tecnológico. En la era de la información y la tecnología ha surgido una esclavitud disfrazada de modernidad que robotiza a la humanidad y la mantiene alienada a nuevos apegos sociales y materiales.
El estrés y el acelere se han colado por las rendijas de la cotidianidad como si vivir preocupado, amargado, estresado, malhumorado, depresivo, agitado, acelerado entre otros hábitos que destruyen el espíritu fuera una moda que genera jugosos réditos.
Ir de prisa es la consigna. Todo hay que hacerlo de inmediato, el mandato social en el ámbito laboral, familiar y personal reza que todo es para ya. Entonces en el día a día por vivir en modo inmediato se pospone lo urgente o más bien lo prioritario: La vida misma. Es como vivir en la carrera del hámster, corriendo, corriendo en su mundillo sin tener un rumbo claro a donde ir.
De manera inconsciente se vive en modo zombi, en la rutina que no es tan rutina ya que cada día es diferente. La palabra a flor de labios es no tengo tiempo. No hay tiempo para hacer consciencia de la respiración, no hay tiempo para mirar hacia el mundo interior, no hay tiempo para mirar a los ojos de los seres amados, no hay tiempo para detenerse a contemplar un hermoso atardecer o asombrarse con la sonrisa de un niño, el arco iris, la lluvia, en fin…
En otras palabras se ha perdido la maravillosa capacidad de vivir asombrados de las cosas simples. Es como si no existiera espacio en la mente de los adultos, para volver a contagiarse de esa hermosa capacidad que aflora espontáneamente en un pequeño.
A diario me maravillo con las historias de superación y resiliencia de cada ser humano que he conocido en el mundo del coaching y el periodismo. Sin embargo, también he observado que de manera inconsciente la humanidad no descubierto con total plenitud la belleza de su brillo interior, por vivir inconscientemente apegados a las mismas miserias humanas. Tal vez, en la medida en que se elija crecer o vivir con consciencia se despierte al poder ilimitado de la mente subconsciente para descubrir el mágico brillo interior con el que nacemos.
Descubrir que la magia que se busca en el mundo externo, habita en nuestro interior. Tal vez, esto implique atreverse a mirar hacia adentro, sin evitaciones, pretextos ni argumentos banales que solo te aten a vivir en las creencias inconscientes y condicionamientos sociales heredados de generación en generación.
Crecer con Consciencia implica estar y vivir en el presente para darnos cuenta que cada experiencia por dolorosa que sea, trae escondida la semilla de la transformación y que todo depende del observador.
La pregunta que se suscita es ¿para qué crecer?. Crecer es salirnos de nuestra zona de confort, es aprender a amarnos, es transformar tus paradigmas, es aceptarte, es construir en paz, es hacer consciencia de que cada ser humano ha fabricado su techo de cristal o barrera que le impide sentirse bien y que el sufrimiento, la crítica, queja, actitud de victima, intolerancia, sentimientos de injusticia, culpa, miedos, entre otros, son hábitos que opacan tu brillo interno.
Vivir con Consciencia es asumir las riendas de nuestra vida, salirnos de la zona de confort, hacer consciencia de las zonas erróneas para descubrir nuestras zonas mágicas, es hacer consciencia de que se habita en la «desesperanza aprendida» para ir tras nuestros sueños, sin barreras mentales, creencias limitantes, condicionamientos que te impidan descubrir la magia de tu brillo interior.
La pregunta del Coach: giovannafuentes@yahoo.com
¿Cuál es tu gran porque?
¿Qué te hace vivir en la zona de confort
¿Qué te impide descubrir tus zonas mágicas?
Tomar la decisión de inspeccionarse a sí mismo con constancia, disposición y honestidad, es la mejor inversión que le podemos hacer a la vida, ponerse a desenredar todos esos nudos que condicionan nuestro vivir, es comprarle el tiquete a la valiosa consciencia para que nos permita disfrutar con más sentido de lo realmente importante que tenemos en este campo de experiencias en el que estamos inmersos.
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