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Siempre me ha parecido interesante que los sánduches los sirvan abiertos. Creo que es la mayor revolución cultural, la mayor innovación en la culinaria moderna, solamente superada por el momento en el que un publicista decidió poner dos pastillas de Alka-Seltzer en vez de una. Sí, siempre los sánduches se servían cerrados, vivíamos mirando las cavernas, vivíamos en la Edad Media gastronómica, hasta que una luminaria, una lumbrera, un visionario de la sanduchería dijo “abramos esto” y se arrojó a servirlo abierto. Nunca ha habido mayor revolución. Así fue mi almuerzo ayer, en medio de charlas económicas, en medio de precios del petróleo que bajaron mucho (lo último que vi fue 55,26 dólares por barril), con Tes de junio de 2032 al 7.464%, con TCOs al 4.98% y con un término que me abrumó: el Italexit. Es decir, la probabilidad (aún remota en mi parecer) de que Italia se salga de todo conglomerado económico europeo.
Hay curvas que se aplanan, estímulos, proyecciones y views (o sea puntos de vista). Les dejaré mi view cinéfilo: Me vi Cascanueces y los Cuatro Reinos. Muy linda, la música clásica es bella, los ratoncitos también y la protagonista fue la que hizo de Renesmee, la mítica hija del vampiro Edward con Bella, la humana, en la saga Twilight. Divina. Gocé mucho, se las recomiendo, ese es mi view aplanado de divertimento empinado. Por ahí sale el director de orquesta Gustavo Dudamel, échenle ojo.
Buena suerte para hoy..
P.D. ofrezco mil disculpas: el libro que mencioné ayer es sobre José, el hijo preferido de Jacob; no es sobre José, el padre de Jesús. En fin, igual es religioso y está muy bello. La literatura buena admite confusión de tocayos.
