La hermosa fábula de Piolín y el taxi amarillo (sobre el coronavirus, naturalmente)
Ténganlo muy presente: en la vida hay más noticias y más temas que lo que sale en las noticias, hay libros, revistas, música, película, textos, todos ellos llenos de teorías, humor, positivismo y diversión; No es posible que todo lo presentado en la vida mediática sea solo asesinatos y medidas cautelares por enfermedades. El mismo virus de la paranoia enferma más, contamina más. De hecho, apenas hoy me enteré que el nombre técnico de algo que ronda por ahí es Covid-19. Y es que sí, cada quien decide con quién pasa su tiempo y con qué llena su mente. Es la libertad de expresar pero también la libertad de digerir, así lo llamaría yo. Claro, hay que tener mucho cuidado pero ya. A propósito, siempre que habla la gente de tener cuidado recuerdo dos anécdotas clásicas: una muy conocida y la otra seguro que no tanto.
La primera anécdota es el clásico diálogo de una película llamada Matrix. Ahí un personaje, cuando se despide, le dice al otro -cuidado con el jarrón-. El protagonista, Keanu Reeves, pregunta como -¿cuál jarrón?-, se voltea y precisamente al voltearse tumba un jarrón que estaba en una mesa. La eterna pregunta es: “si ella no le hubiera dicho que cuidado con el jarrón, ¿él no se hubiera volteado y no lo hubiera tumbado? O talvez de alguna forma sí lo hubiera tumbado, en fin. Nadie lo sabe, es un clásico. Pero la que más me gusta es una menos conocida, de hecho siempre la recuerdo y me encanta. Yo antes en los puestos de revistas compraba cómics: Tío Rico, José Carioca, el pato Donald y así. Eran revisticas súper lindas y animadas. Entonces recuerdo siempre que al gato Silvestre una pitonisa cubana, una de esas señoras que lee el futuro, le dijo “oye, gato malvado, Silvestre, gato tragón, tienes que tener cuidado con algo amarillo”. Él no conocía nada ni nadie amarillo, lo único era Piolín, el bello pajarito cuyo dibujo ven ahí arriba.
Entonces Silvestre se muestra ofuscado, tratando de evitar a Piolín. Se pone nervioso, se esconde, se disfraza. En fin, en todo ese proceso se descuida y lo atropella un taxi, efectivamente un taxi amarillo. El final lo amo: termina todo lleno de yesos y vendas en un hospital y va Piolín, diciendo que le pareció ver a un lindo gatito, y le lleva un regalo para que se mejore.
Es eso. Que no nos pase lo de Silvestre, que no vayamos a quedar enfermos por estar tan paranoicos previniendo enfermedades. No quedemos atrapados en la matrix.
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