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Este es Fernando Filevich, fundador de De Lolita.

Sentarse a conversar con Fernando Filevich, fundador de los café De Lolita, es una verdadera delicia, porque es un hombre con una convicción profunda en lo que hace. Es poseedor de un sentido social de dimensiones incalculables, lo que lo convierte en un ser altamente inspirador.

Lo conocí a través de nuestro amigo común Iván Mazo Mejía, creador de la Escuela de la Riqueza, y un hombre al que también admiro profundamente. Ambos tienen en común su pasión por el servicio.

En uno de nuestros encuentros lo saludé efusivamente y le pregunté cómo estaba. Con su sonrisa amplia, generosa, característica en él, me respondió que feliz porque estaba diseñando nuevos proyectos, esta vez en Panamá, aprovechando que el dólar en Colombia tenía un precio elevado y que eso significaba una gran oportunidad para llegar con excelentes servicios al vecino país.

Me llamó mucho la atención su punto de vista porque esa misma mañana, muy temprano, me había reunido con un gerente de otra compañía a quien le había faltado poco para llorar, explicándome que el precio elevado del dólar lo tenía muy golpeado y a punto de desfallecer, hasta el punto de cerrar la compañía.

Al margen de la industria en la que esté cada uno, que podría ser una explicación válida para ambas miradas tan diferentes, ese día comprendí que hay personas como Fernando Filevich, que decidieron, de forma deliberada, construir su propia realidad a partir de los hechos que le rodean, sin importar si son positivos o negativos, y tienen la capacidad de mirar esos hechos de una manera diferente para convertirlos a su favor.

Una frase muy poderosa

Unas semanas después me lo volví a encontrar y en esa ocasión me contó que ya no iba tras el mercado panameño porque había hecho un análisis con su equipo y su mentor, Iván Mazo, llegando a una conclusión poderosa:

“No quiero liderar la mejor empresa del mundo. Realmente lo que quiero es tener la mejor empresa para el mundo”.

Se trata de dos frases a primera vista parecidas, pero que encierran una diferencia gigante, porque la segunda, la definitiva, la elegida, denota un amor al prójimo sin límites y, sobre todo, un gran deseo de servicio a la humanidad.

Desde ese momento cambió toda su estrategia de negocios y lo admiré aún más.

¿De dónde salió el nombre De Lolita?

Quienes tuvieron el gran privilegio de conocer a Dolores González, Lolita, recuerdan que era una anfitriona amorosa, que seducía a sus invitados con las mejores delicias extraídas de unas recetas caseras que se convertían en sus cartas secretas para enamorar cada vez más a su familia, a sus amigos y visitantes.

Pero más allá de una deliciosa receta con todos sus ingredientes, el verdadero factor diferenciador era el amor que le ponía a todo lo que hacía en la vida. Una verdadera receta infaltable para el éxito.

La historia empresarial de De Lolita comenzó en 1999, cuando Fernando y su madre, empezaron vendiendo unos corazoncitos de hojaldre luego de una quiebra.

“Considero que un revés económico en un emprendimiento es lo que forja a todo empresario. Es una situación por la que es importante pasar alguna vez en la vida, como antesala para llegar al éxito”, agrega Filevich, quien considera que a la hora de conceder un crédito a un emprendedor el banquero debería preguntar si ya tuvo una quiebra y, ante una respuesta afirmativa, le debería dar puntos a favor al solicitante, porque ya tiene un gran aprendizaje que le servirá para ser mejor en el futuro.

Mucha, mucha, mucha pasión

Recuerda así mismo que cuando decidieron empezar de nuevo no tenían dinero, pero eran conscientes de que tenían lo más importante: un gran capital humano, un propósito y mucha pasión, que son bases fundamentales para prosperar con un emprendimiento.

“Para recuperarnos empezamos a trabajar con unos equipos prestados y un tendido de materia prima que nos regaló un amigo”, rememorara.

Decidieron seguir el ejemplo de la abuela Lolita y convertirse en excelentes anfitriones ofreciendo unos cafés acogedores, que ellos llaman “oasis”, que reciben diariamente por lo menos a diez mil personas y que sustentan su historial de éxito, porque tienen una cultura de servicio basada en el amor.

“En De Lolita no tenemos puntos de venta sino “Oasis”. No tenemos vendedoras, contamos con “anfitrionas” que no atienden a clientes sino que reciben a invitados. Son tres pilares fundamentales: oasis, invitados y anfitrionas. Cuando entendimos eso, todo cambió”.

Invitación a leer la historia completa

Quienes estén interesados en la historia completa y en el libro Historias de Negocios Altamente Inspiradoras lo pueden adquirir en este link de Amazon.

Les recuerdo que estoy atento a sus comentarios de este blog en este mismo post, en mi correo electrónico juany@agenciastm.com y en mis redes: Linkedin, Twitter, Facebook e Instagram.

Los dejo con este video en el que Fernando Filevich nos comparte los siete mandamientos de De Lolita.

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