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La pandemia muestra un comportamiento diferente en cada parte del mundo y, de hecho, en cada parte dentro de los mismos países. Mientras unas ciudades andan en los famosos picos de casos, otras apenas si se han enterado de la situación. En Europa van en la segunda oleada de contagios con nuevos cierres en países como Francia y España, y es allí cuando nos preguntamos: ¿Qué hacemos para poder mantenernos sanos y tener una economía activa? ¿Y la vacuna?

En Colombia no somos la excepción a la situación mundial: mientras Bogotá mira con cautela la temporada decembrina, Medellín apenas está en el primer pico y Barranquilla ya había pasado por ahí hace rato. ¿Qué hacemos? Es necesario que pensemos en estrategias de salud pública, claro, pero más allá de eso, ¿cuándo veremos la luz al final del túnel?

La respuesta es tan amplia como sencilla. La única manera de que podamos ver la luz pronto es con una vacuna efectiva y segura, o con un tratamiento; o mejor aún, un conjunto de tratamientos, que permitan al sistema inmune combatir los ataques del virus y controlar los múltiples efectos que hoy conocemos del mismo.

La vacuna no está disponible y el reto como sociedad está en ser conscientes de que aún la pandemia no ha pasado.

El tiempo de desarrollo de una vacuna puede variar de acuerdo con los estudios de efectividad (qué tanta inmunidad genera) y de seguridad (qué tantos efectos no deseados genera). En esto podemos tener rangos que van desde los dos años hasta los 11 años de desarrollo. Para la vacuna contra el SARS-CoV-2 (virus causante de la COVID-19), se han puesto esfuerzos para acortar estos tiempos, pero los más optimistas piensan en 12 meses y otros en, mínimo, 16 meses. Hay más de 170 vacunas en fase preclínica en estudio actualmente en el mundo, todas en fases diferentes.

Para el desarrollo de una vacuna son cuatro fases, tan solo siete han llegado a la tercera fase, que es donde se hace la prueba masiva para ver su seguridad y efectividad; ninguna ha llegado a la fase final, que es cuando se aprueba. Seguramente, han escuchado que las vacunas han tenido problemas y debido a eso se suspendieron algunos estudios, la buena noticia es que es algo normal en este tipo de ensayos clínicos, pues cuando un evento no deseado aparece, se debe parar y estudiar si el desenlace fue producido por la vacuna o por otra cosa. La esperanza se encuentra en que siguen los estudios y eso abre una luz para que la vacuna esté el próximo año.

Ahora bien, suponiendo que tenemos una vacuna disponible (el mejor escenario), debemos mirar una realidad y es cuántas de esas vacunas podremos tener en Colombia. Una vez disponible, estará toda la humanidad con la misma necesidad, buscando el beneficio de su población. Para esto, Colombia ha hecho bien en entrar al mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud, que busca garantizar una vacunación equitativa y disponible para la región.

Los tiempos de espera de una vacuna pueden no ser tan cortos, aunque la solución esté disponible, sin contar con todos los mecanismos de política pública en salud para hacer llegar esta vacuna a todos sitios, un punto en el que Colombia destaca por su sistema de vigilancia epidemiológica y con el programa ampliado de inmunizaciones, que seguro serán un eje fundamental para lograr este titánico acometido.

El siguiente punto sería un tratamiento, que bien podría ser un medicamento o un conjunto de manejos que sumados logren controlar los efectos y el curso grave de la enfermedad. Hoy sabemos cosas que en marzo, cuando todo arrancó, desconocíamos. Por ejemplo, el uso de la dexametasona en pacientes con requerimientos de oxígeno en el hospital (no sirve en otro contexto porque podría agravar la enfermedad); además, sabemos de los beneficios de pronar (poner boca abajo a los pacientes en cuidado crítico), así como tenemos indicios de medicamentos y terapias que pueden servir, como el remdesivir y la transferencia de plasma convaleciente, ambos también en contexto hospitalario.

Finalmente, no comer cuento. Circulan por redes sociales todo tipo de curas milagrosas y teorías conspirativas sobre la enfermedad, incluso llegando a negar su existencia. Siempre busque una fuente confiable y tenga en cuenta los signos de alerta para ir corriendo a urgencias, especialmente en la temporada de lluvias que viene, donde tendremos coexistencia de la COVID-19 con la gripa estacional y diferenciarlas es para profesionales de la salud.

Cuidarnos es responsabilidad de todos. Usemos todos los elementos de protección, seamos disciplinados y mantengamos la economía andando para no arriesgarnos a nuevos picos incontenibles y desastrosos. La vacuna no está disponible y el reto como sociedad está en ser conscientes de que aún la pandemia no ha pasado.

Fabián Díaz Garzón
Docente de la Maestría en Administración de Empresas de Salud
Universidad Ean

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