Estamos de acuerdo en que el tiempo es una percepción y por lo tanto, subjetivo. Depende, entre otras cosas, de circunstancias y estados de ánimo, de tal manera que resulta distinto y personal, único para cada cual. Desenredo el enredo para que nadie crea que me las estoy tirando de Stephen Hawking: los mismos 15 minutos son diferentes para el burócrata que atiende en la ventanilla con modorra infinita y para el ciudadano que espera en cola perpetua. Mejor dicho: una cosa siente el que cocina y otra el que está en la olla.
Gracias a la tecnología, la percepción del tiempo en los últimos años está dominada por tres nociones: instantaneidad, tiranía del presente y brevedad. Todas tienen que ver fundamentalmente con la forma cómo los jóvenes están viendo y viviendo la vida. Hay personas muy mayores que no son así, y otras como el suscrito, en transición, mejor dicho, que tenemos algo del pasado y algo del presente, híbrido tan insólito como afortunado.
Para los jóvenes, sólo existe el instante. No puede ser de otra forma, cuando todo lo tienen en esa medida gracias a internet, asumida como portabilidad (el celular) y conexión permanente: el conocimiento, las relaciones sociales (que están privilegiando lo virtual sobre lo real), la comunicación. Hoy las cosas se saben inmediata y masivamente, algo muy distinto cómo ocurría hace 100, 200 o más o menos años.
La gente tenía que ser paciente porque no había de otra. Las cosas se demoraban en suceder y en saberse, y entre ambos momentos podían mediar meses o años. Hoy todo está aquí y ahora, y por eso uno queda como desubicado y medio cucho cuando les dice a los jóvenes que hay que tener paciencia, mijo. ¿Qué es eso, ‘arica?
Como consecuencia de la instantaneidad, hemos accedido a la tiranía del presente. Aquí y ahora. Para los jóvenes resulta difícil concebir que hubo épocas distintas de esta, que alguna vez las tareas se hicieron en escritura cuneiforme. ¿Pero es que podían vivir sin computador, celular, x-box, play station, HDTV? ¿No chateaban? ¿No me puedes dar el PIN de los egipcios, ‘úe’ón? La semana pasada fue hace mucho tiempo y seis meses atrás están perdidos en la noche de los tiempos. ¿Existieron?
La tiranía del presente ha extendido su dominio a los adultos. Como vivimos bajo el imperio de la belleza, como podemos crearnos como queramos, instalarnos partes de nuestros cuerpos, construirnos; como no tenemos que quedarnos con la misma apariencia la larga vida que nos promete el aumento de expectativa y nos determinan los requisitos mínimos de la pensión, nos cuesta trabajo vernos en el futuro. ¿Arrugas, dolor en los huesos, pérdida de agilidad mental? No es posible. Adonis Narcisos y Afroditas forever, aunque sea por la vía del más impactante rejuvenecedor: el photoshop.
Por último, si nuestra unidad de tiempo es el instante y vivimos bajo la tiranía del presente, todo se ha hecho breve. La moda, el amor, la amistad, el trabajo. Esta misma columna.
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