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Frente a la pregunta ¿Cómo estamos? solemos responder: muy bien gracias.  Frente a una cámara de fotos sale repentinamente una sonrisa de oreja a oreja, aunque el corazón este partido en mil pedazos. Si bien la actitud positiva es indispensable para el equilibrio emocional y el positivismo es necesario para la superación de las adversidades, escuchar nuestro interior, gestionar las emociones y sentimientos son actos necesarios para encontrar la verdadera y autentica felicidad.

La felicidad es una condición vital que cada persona individualmente debe cultivar, aprender y defender; es una elección, es una decisión. Michel de Montaigne afirma que no hay “ciencia tan ardua como saber vivir esta vida bien y naturalmente”, Kant señala que “la felicidad es un ideal, no de la razón, sino de la imaginación”. Epicuro por su lado, afirma que “nunca se es demasiado viejo ni demasiado joven”, puesto que nunca es demasiado tarde ni demasiado pronto para “alcanzar la salud del alma”, es decir, para aprender a vivir o para ser feliz.

Queremos demostrarle al mundo que somos felices, exitosos y estables. Sin embargo, es más importante serlo que parecerlo. Esto hace necesario, hacer un alto en el camino, entrar en momentos de total silencio y sutilmente escuchar los sonidos del alma, sentir las notas semiamargas de la nostalgia, escuchar melodías de la tristeza y abrigar los tonos de la ansiedad.

En algunas reflexiones filosóficas del mundo griego, Sócrates, Aristóteles y Epicuro relacionaron la felicidad con el alcance de la sabiduría, la adquisición del placer o la combinación de ambas. Platón por su parte  en uno de sus libros más famosos, ‘El Banquete’, explica que la infelicidad se da por no tener lo deseado, señala  que el deseo es carencia, y  la carencia es sufrimiento. De la misma manera, Jean-Paul Sartre afirma  que “el hombre vive fundamentalmente en su deseo de ser”. Esto nos condena a que el ser viva en función de lo que le falta. Bajo esta filosofía la felicidad necesariamente siempre se escaparía.

Con esta sabia información, podemos concluir, que la felicidad debe asociarse más a la sabiduría menos al deseo. Si la felicidad se asocia con obtener lo deseado, la vida estará llena de insatisfacciones y carencias. En cambio, si la felicidad se asocia con la sabiduría, entendida como la capacidad de la aceptación del ser lo que somos, en una perfecta dimensión de espacio y tiempo, la vida es más autentica y profunda.

Si aceptamos que somos imperfectos, si logramos escuchar y aceptar nuestros sentimientos, si dejamos el ego de lado y les damos a nuestras incomodidades y pensamientos la importancia que se merecen; y logramos reemplazar el dolor y el miedo por recuerdos y leyendas, esto nos ayudará a reconocer que tenemos una parte oscura en nuestra personalidad y lo incorporamos a nuestra vida como lo plantea el psicólogo suizo Carl Jung, estaremos acercándonos a la felicidad que tanto anhelamos.

Cuando logramos una conexión más fuerte con nosotros mismos y trabajamos aquellas sombras oscuras. Los pensamientos y sentimientos se hacen más puros, las frecuencias y vibraciones aumentan creando campos áuricos más positivos. En el momento que nos encontremos mas centrados y armonizados aseguramos canales de luz, lo que quiere decir, que una mente súper consciente, es un imán para la verdadera felicidad y vida plena.

Hoy hay muchas opciones para salir de la tristeza y los sentimientos que nos atormentan, es una búsqueda que debe asumir cada uno de nosotros, lo importante es la decisión y la acción. Cuando encontramos la forma que para cada uno es más conveniente, se empieza a armonizar nuestra energía, se alinean nuestros chacras, hay una ascensión de la conciencia y los hemisferios izquierdo y derecho se empiezas a armonizar.

Así que al final, la receta no es tan difícil, pero se requiere de trabajo interno intenso y constante, para elevarse y adquirir mas sabiduría y menos deseo y frustración, más aceptación de nosotros mismos y menos miedo y autodestrucción.

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