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Por: Alejandro H. Morales T. 

 

Los  recientes  eventos catastróficos ocurridos en todo el mundo, han puesto en evidencia  la  necesidad  de  que  cada organización  desarrolle sus  propios planes para responder ante cualquier tipo de emergencia.

 

El  desarrollo  de  dicha  estrategia corporativa  resulta indispensable por varias razones, a saber:

 

El  incremento  en  los  deducibles para riesgos catastróficos     hace necesario el contar con un plan que  permita a las empresas atender con sus propios recursos, aquellos  eventos  que  no  se amparen  por  los  contratos  de seguro.

 

Bajo  las  prácticas  de  Buen Gobierno Corporativo,  es responsabilidad de los directores y administradores el desarrollo de planes que minimicen  el  impacto  de  los eventos que ocasionen la interrupción  de  los  negocios; muchos de ellos no asegurables bajo  el  esquema  de  las  pólizas tradicionales.

 

En  la  actualidad  todas  las organizaciones  dependen  en mayor grado de los sistemas de información,  amenazados  por virus,  hackers  y  problemas  de funcionamiento.  En  los últimos años, los más  graves problemas de parálisis de negocios  se  relacionaron  con sus  sistemas  de  información,  razón  más  que  suficiente  para diseñar  un  plan  que  garantice la continuidad.

 

Muchos  de  los  riesgos  que  se ciernen  sobre  las  empresas,  no son  asegurables,  por  lo  que  las organizaciones que siempre han considerado al seguro como la principal forma de administración  de  riesgos,  deban ahora enfrentar la realidad y desarrollar sus  propios  planes  para actuar frente  a  situaciones  con  el ataque de virus informáticos, intrusiones no autorizadas, interrupciones en las cadenas de abastecimiento o distribución o pérdida de personal clave; solo para mencionar algunos.

 

Preocupa  más  todavía  el  hecho de que  muchas  empresas  de  todo tamaño  y  actividad,  ni  siquiera  cuentan  con  pólizas  de  seguro  para aquellos riesgos que sí son asegurables y  que pueden  materializarse en sus organizaciones.

 

Cuando  se  habla  de  Planes  para  la Continuidad  del  Negocio,  se  suele traer  a  la  mente  unos  gruesos  y  pesados informes, los cuales escasamente  han  sido  leídos,  si acaso,  por  dos  o  tres  personas  en  una organización. Los planes de este tipo  deben  ser  sencillos,  concretos, comprensivos   y sobre todo, adoptados  por  la  totalidad  de  los funcionarios de una organización.

 

Los  planes  deben  partir  de  una adecuada  evaluación  de  la  situación de  riesgos  de  la  organización,  que permita  definir  un  plan  consistente con  la  realidad  de  la  misma.  Los planes deben, como   mínimo, actualizar de manera permanente las direcciones y números de teléfono de los empleados clave, así como  una  adecuada  documentación de las operaciones críticas, proveedores  y  suministradores de servicios contingentes.

 

Un Plan para la Continuidad del Negocio,  debidamente  probado y justificado, permite agilizar la salida a una crisis; y, en última instancia,  dar  una  respuesta más  efectiva  desde el  punto  de vista de costo / beneficio.

 

Aún  un  mal  Plan  para  la Continuidad, que sea demasiado complicado o que no aplique a cada situación de riesgo especifica, es mejor que no tener ninguno, en la medida que en su elaboración necesariamente se debió desarrollar algún tipo de análisis y se cuenta al menos con cierta base de datos de utilidad.

 

El proceso de elaboración de los Planes  toma  cierto  tiempo  y requiere  de  una  determinada cantidad  de  recursos;  por  lo que  se  requiere  de  la  voluntad y  el  apoyo  de  la  alta  dirección, para  que  este  proyecto  sea exitoso. Existen varias metodologías para el desarrollo de este tipo de plan, algunas de ellas mejor adaptadas que otras a la realidad de nuestro país.

 

Del Autor: Alejandro Morales es Contador Público de la Universidad de Medellín. Especialista en Análisis de Riesgos Administrativos y de Fraude. – ASR Ajustadores de Seguros Ltda. – Medellín, Colombia

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