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El omega 3 es un suplemento nutricional tradicionalmente conocido por sus propiedades antiinflamatorias, su capacidad de reducir los triglicéridos del organismo, aumentar la concentración y regular la presión arterial, entre otros beneficios. De hecho, estudios publicados en la Revista Chilena de Nutrición han evaluado el potencial de este producto en el tratamiento y prevención de enfermedades psiquiátricas, incluidos los trastornos del estado de ánimo y la ansiedad.

En línea con esto, la industria química trabaja de manera constante por ofrecer nuevas opciones más innovadoras al mercado y abarcan las necesidades de todas las personas, teniendo en cuenta las nuevas tendencias de consumo y de producción sostenible.

Opciones innovadoras

El omega 3 comúnmente se origina de productos animales como el pescado y otros mariscos, así como de algunas semillas como la linaza, la chía y las nueces negras. Sin embargo, con el fin de aprovechar todos los beneficios asociados al omega 3, la industria química ha desarrollado nuevos métodos para extraer este nutriente de nuevas fuentes. Es así como, tras múltiples procesos de innovación, BASF logró la extracción exitosa de omega 3 a partir de algas marinas.

Esta nueva alternativa, en comparación con la tradicional derivada de peces, tiene características de color, sabor y textura diferentes, convirtiéndose en una opción viable para la elaboración de productos veganos en la industria de alimentos, tales como leche para adultos y de fórmula infantil y otros suplementos nutricionales.

Nuevos beneficios para el consumidor

Según informes de la Organización Mundial de la Salud, se calcula que, en Colombia, alrededor del 4,7 % de personas desarrollan síntomas o trastorno de ansiedad y de depresión cada año.  Por su parte, la Asociación Colombiana de Psiquiatría ha revelado que sólo 1 de cada 10 colombianos con depresión recibe tratamiento adecuado.

Adicional a ello, con la llegada de la pandemia de COVID-19, las personas han cambiado la forma en la que viven, como se alimentan, y en general, las rutinas que solían mantener. Esta modificación en los hábitos ha impactado en la salud mental de las personas, y enfermedades como la ansiedad y la depresión, se han acentuado en la sociedad a causa de la incertidumbre y la realidad del aislamiento que se ha vivido en este escenario.

Artículos como “Ácidos grasos Omega-3 (EPA Y DHA) y su aplicación en diversas situaciones clínicas” de la Universidad de Chile, demostraron que el omega 3 interactúa con las moléculas relacionadas con el estado anímico dentro del cerebro, ya que los ácidos grasos poliinsaturados de este suplemento también están presentes en las membranas cerebrales y pueden interferir, y posiblemente, controlar varios procesos neurobiológicos como los sistemas de neurotransmisores, la neuroplasticidad y la inflamación.

Han sido más de 19 ensayos clínicos, que incluyen un total de 1.203 participantes, en los que los análisis sugieren que el omega 3 es efectivo para tratar este tipo de enfermedades, demostrando que el consumo regular de este nutriente tiene un efecto neuroprotector y modulador del ánimo. Además, reduce el riesgo de presentar condiciones degenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, y disminuye la probabilidad de experimentar síntomas depresivos.

De esta manera, encontrar una forma segura y rentable de controlar la ansiedad es uno de los grandes retos de la medicina en la actualidad y es allí cuando alimentos, como el omega 3, empiezan a tener un rol fundamental.

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