Un ser amado abatido por la controversia contra los plaguicidas, especialmente contra activos o moléculas de diferentes formulaciones, me ratificó que debemos escuchar, procesar y verificar cualquier información que recibimos.
Dialogamos sobre la angustia que vivimos ante cualquier amenaza de nuestra salud, incluso, lo mucho que agradecemos contar con medicamentos para estructurar tratamientos destinados a superar inconvenientes que ataquen nuestra vida. Asimismo sucede con los cultivos agrícolas que son seres vivos, aunque no hablan para expresar sus quebrantos de salud o los peligros que puedan afectarla, pero tienen necesidades de diferente índole.
Ahora imaginamos a los agricultores que trabajan por tener cultivos sanos. Ante una agricultura tropical como la nuestra, ellos tienen que enfrentar una amplia diversidad de plagas, enfermedades y malezas, por lo cual también viven angustias y, por ende, agradecen tener los medicamentos para la vida vegetal, es decir, los plaguicidas químicos de uso agrícola.
Mencionamos que la clave está en contar con productos bien evaluados para su aprobación y, desde luego, lograr el uso correcto de los mismos, porque al igual que los humanos debemos usar los medicamentos aprobados como estrictamente lo indique el médico por las características específicas de la formulación. De igual manera hay que utilizar los plaguicidas, para lograr el cultivo sano que merecemos, tanto productores como consumidores.
Este conversatorio verificó que la aprobación de un plaguicida de uso agrícola en Colombia tiene una minuciosa evaluación en lo ambiental, en la salud pública y en lo agronómico y que sólo con estas tres aprobaciones se otorgan los registros. Además, revisamos que varias moléculas de las cuales se duda, tienen aprobaciones en muchas latitudes del mundo.
Nuestra conclusión fue reconocer que debemos trabajar por el acompañamiento a los agricultores para garantizar el uso adecuado de los plaguicidas y la salud de ellos, por tener buenas prácticas y también por el cuidado del medio ambiente y la salud de los consumidores. Es decir, no deberíamos descartar ni rechazar las tecnologías, sino que debemos intensificar las labores responsables para lograr cultivos sanos, que cuiden nuestra vida y nuestra salud con buenos alimentos.
Esta interacción con mi amado ser, me permitió ratificar la importancia de escuchar, procesar y verificar, para evitar el pánico natural que nos envuelve cuando se trata de nuestra vida. Verificar permitirá identificar acciones integrales para soluciones reales.
Por lo anterior, quiero expresarles que estaré a la orden de ustedes para conversar y atender inquietudes. Gracias al recorrido de muchos rincones del país trabajando con nuestros agricultores en el uso responsable de plaguicidas, contamos con bastante información. Sentimos mucha complacencia al ver resultados reales de cultivos sanos para nuestra alimentación y también vivenciar el compromiso de los productores en cuidar su salud, la de los demás por el uso adecuado dentro del manejo integrado, logrando ingresos en su negocio con beneficios para su calidad de vida y la de sus familias.
Amigos, los invito a que escuchemos, procesemos y verifiquemos siempre. Vale la pena hacerlo en cualquier escenario de la vida.
Nos vemos pronto.