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Gracias ANDI por los 79 años de incansable y gallardo trabajo por el país, gracias por los aportes durante esta importante línea del tiempo, con impactos positivos al desarrollo económico y social de Colombia. También por las inmensas lecciones que han dejado huellas indelebles en la historia nacional.
Realmente me embarga una enorme gratitud haber tenido la oportunidad de nacer y crecer profesionalmente en esta maravillosa organización, que en su seno tiene la representación de casi el 70 % del PIB nacional con los empresarios afiliados. Acompañar su agenda gremial por casi 35 años me ha enseñado que no lo sabemos todo y que por eso vale la pena aprender todos los días con humildad.
Los diversos y significativos personajes con los que se interactúa en un gremio como la ANDI son verdaderos maestros de vida, motivan a cumplir los objetivos con pasión y con la persecución del minuto a minuto, también convencen de que somos solo lo que hacemos y que las pérdidas y frustraciones son ganancia de experiencia y nuevas oportunidades, además que justamente es en los momentos difíciles en los que conocemos el calibre de lo que somos y también el calibre de quiénes acompañan nuestro entorno.
Tantas posiciones laborales con las que compartimos suman la gama más amplia de egos y definen que el trato a los demás es el absoluto reflejo de cómo nos tratamos a sí mismos, por eso un desafío diario es amar cada vez más nuestro ser, para tratar a los demás como nos gustaría ser tratados.
Otro privilegio fue iniciar con la primera cámara sectorial de la ANDI, Procultivos, el sector que plasmó mi ADN con lo que significa el trabajo colectivo por la agricultura sostenible y que es fundamental, cada día, hacer lo mejor que podamos de nuestra parte, por ende, que es clave amar lo que hacemos.
Por lo anterior, gracias a Dios por ese primer día que llegué a mi ANDI Procultivos, que además me enamoró de la agricultura y de los productores del campo.
Felicitaciones ANDI por sus 79 años de existencia, que sean muchos más construyendo país.
