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Colombia tendrá en Medellín, a partir de junio, el primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial (C4IR) en América Latina, el cual estará conectado a la red de centros similares en el mundo, abriéndonos la puerta a conocimiento de vanguardia y a redes de contactos a nivel global. La noticia, que se produjo al inicio de esta semana, es importante no solo por el escenario en el que se conoció, sino porque nos permite entender que hemos hecho más de lo que creemos y que tenemos más potencial del que imaginamos.

Es muy significativo que el anuncio haya sido durante la realización del Foro Económico
Mundial en Davos, Suiza, en donde se reúne más de 3.000 líderes gubernamentales, que ha tenido como tema central la Globalización 4.0 y el diseño de las políticas públicas en la cuarta revolución industrial que estamos viviendo. Es importante destacar el escenario, porque siempre hemos creído que la innovación y el desarrollo son ajenos a nuestra cultura.

Esta creencia no está vacía, pero no por ello es definitiva. Los ranking mundiales muestran claramente que los países que destinan un porcentaje más alto de su Producto Interno Bruto a la innovación y el desarrollo, tienen una gran trayectoria de ciencia y conocimiento y claramente son los más avanzados al respecto, reconocidos en el mundo como innovadores.

Según una comparación realizada por HowMuch.net, basada en los datos del Instituto de Estadística de UNESCO, los primeros 10 países que destinan un mayor porcentaje del PIB a innovación y desarrollo son Corea del Sur, Israel, Japón, Suiza, Finlandia y Austria, seguidos de Suecia, Dinamarca, Alemania y Estados Unidos.

No existen en estos primeros puestos países subdesarrollados, africanos ni latinoamericanos, pero aún así Colombia mereció una misión importante en Davos.

La cuarta revolución industrial de la que tanto se ha hablado en el Foro Económico, se refiere a cómo la tecnología está cambiando todos los aspectos de la vida del ser humano, desde las interacciones personales, hasta las económicas y las políticas. El mundo desarrolla hoy la economía naranja, aquella que se sustenta en las ideas y no solo en el intercambio de productos físicos. Google y Facebook son buenos ejemplos de ello.

Colombia debe entonces entender este nuevo centro en Medellín como un paso importante y privilegiado en el camino para ingresar a las ligas de esta cuarta revolución y como un impulso a la economía naranja donde la innovación es protagonista y donde el desarrollo es producto de las ideas.

Que soy optimista, dirán muchos. Posiblemente tengan razón, pero lo soy porque la economía naranja ya es un tema en el país y porque sí tenemos resultados concretos que merecen reconocimiento. Por ejemplo, empresas grandes y pequeñas de Colombia están aumentado su inversión en innovación, cada vez se crean más alianzas entre estas y la academia para adelantar proyectos conjuntos en los que se combinan la investigación con la experiencia real, y esto se está dando no solo en Bogotá, lo que es muy importante en un país que a veces olvida mirar hacia las regiones. Universidades de Barranquilla y de Cali, por ejemplo, trabajan en conjunto con Pymes de sus ciudades y el apoyo de entidades como las Cámaras de Comercio para inventar y crear.

Falta mucho, claro que sí, pero si estos logros se han obtenido con trabajos y empujes aislados, es de esperarse que una integración real del sector público y del privado, con unas políticas públicas definidas, puede disparar el potencial que tiene Colombia y será entonces, cuando logremos desarrollarlo, que miraremos hacia atrás y el Centro de Medellín aparecerá como esa primera piedra que nos hizo ver que sí podemos.

Por supuesto, entre los retos está mejorar la infraestructura de banda ancha, incrementar la inversión en investigación y desarrollo y disminuir las tasas de impuestos corporativos que son unas de las más altas a nivel mundial. Asimismo, apuntarle decididamente a superar con creces el 18.4% de la fuerza laboral que está altamente capacitada e incrementar el número de títulos universitarios en los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).

Colombia está dando el primer paso y debemos estar dispuestos a impulsar apoyar la innovación en todos los campos.

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