Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Aunque poco significado ha tenido en el mundo el golpe de Estado en Honduras, me parece importante analizar con mayor trascendencia el suceso sociopolítico que representa esta acción para América Latina y, particularmente, para Colombia.

Si bien es claro que para algunos el presidente Manuel Zelaya representa la ola izquierdista, asociada principalmente a Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Cristina Fernández y Luis Inacio Lula, y de ahí la tranquilidad de los que así piensan por el accionar de Roberto Micheletti, presidente de facto del país centroamericano, hay que dejar claro quién es el presidente constitucional.

Y es que el hecho, que por estos días deja muy mal parada a la nación del General Francisco Morazán, representa un antecedente oscuro para América Latina, sobretodo si el final de la historia es que el presidente Zelaya no logra regresar al control de su país. Esto sigue abriendo el espacio para que en los demás países sea repetitiva la salida. Para no ir tan lejos miremos los sucesos golpistas más recientes del continente.

Por ejemplo, el caso de Argentina durante la semana santa de 1986; luego el del 3 de diciembre de 1990. En Panamá hubo otro el 5 de diciembre de 1990. En Perú ocurrió otro en mayo de ese mismo año. En Venezuela se dieron tres golpes de Estado: el del 4 de febrero de 1991; posteriormente el 27 de noviembre de 1992, y diez años después uno de posición contraria: el «golpe pro-yanqui» del 11 de abril de 2002, como lo denomina Modesto Emilio Guerrero, en su ensayo más reciente.

En Haití hubo dos asonadas: una en 1992 y otra en 1994, mientras que en Paraguay se han dado dos, una en 1995 y otra en 1999.

Más de 100 años de golpes

De acuerdo con el historiador Virgilio Rafael Beltrán, en 1968 el 62% de Latinoamérica, Africa, Medio Oriente y Asia Sudoccidental, estaban “gobernadas por dictaduras militares”.

Así las cosas, entre 25 países que han sufrido pronunciamientos militares, desde 1902 hasta el más reciente golpe en Venezuela (2002), se han dado más de 327 golpes de estado, incluyendo los que se estabilizaron como dictaduras por meses o años y los que duraron pocos días, como fue el caso de los repetidos golpes de Estado en Bolivia.

Como dato curioso se puede decir que el país donde se registraron más golpes en el siglo XX es Bolivia, que han sido 56. Le sigue Guatemala, con 36 golpes. Perú, con 31; Panamá, con 24. En Ecuador se cuentan 23 asonadas. Cuba tuvo 17 hasta 1958; Haití, 16 hasta 1995. Santo Domingo, 16; Brasil, apenas 10 golpes. Chile, sólo tuvo 9; Argentina, con 8 desde el golpe contra Hipólito Irigoyen en 1930 hasta el último del coronel Mohamed Seineldín en diciembre de 1991. México vivió sólo un golpe militar, en 1929.

En Venezuela sucedieron 12 golpes desde 1908 hasta noviembre de 2002 (el segundo atribuido a Chávez, que estaba preso), pero entre 1993 y 1998 se supo públicamente de 9 conspiraciones, todas abortadas. También debe ser considerada una acción golpista, la paralización de Petróleos de Venezuela (PDVSA) entre diciembre de 2002 y febrero de 2003.

En Colombia hubo apenas 8 golpes y la más larga violencia rural del continente, y al sur, en Uruguay, sólo 5, con una de los más largos períodos de libertades públicas, junto con Chile; en estos dos países el siglo XX se puede medir con votos, en los otros, con botas.

Con lo anterior, no quiero dar a entender que el golpe de Estado en Honduras es un simple suceso más que entra en la cuenta, sino por el contrario, un hecho que marca otro oscuro pasado para este continente que ya debería apuntar con mejor claridad a una sola dirección, impidiendo las intervenciones de terceros, como seguramente lo han hecho en muchas de las ocasiones aquí mencionadas, los países más desarrollados.

El caso colombiano

Aunque algunos sectores consideran que lo sucedido en Colombia es una toma del poder autoritaria, sin vía militar, pero sí pasando por encima de la Constitución, estoy de acuerdo con aquellos que piensan que aquí lo que ha habido es inteligencia en el manejo de la estrategia para considerar la reelección como una necesidad para el país.

Si bien han habido enormes y clarísimos sucesos de corrupción, reprochables en las más grandes proporciones, seguimos en el camino de acudir a las instituciones, a la opinión de la gente y a la democracia.

Eso es preferible a que se den casos como el de Honduras o para no ir tan lejos como el intento de golpe de Estado, que todos conocemos pero no queremos recordar, al ex presidente Ernesto Samper Pizano, por reconocidos y actuales próceres de la patria.

Ibaweb@hotmail.com

Compartir post