Apuestas urgentes para solucionar el altísimo desempleo en Ibagué
Diversas opiniones, intenciones y propuestas relacionadas con la gravísima situación que afronta la capital tolimense por cuenta de la alta e histórica tasa de desempleo me obligan a escribir esta columna en la que no pretendo otra cosa más que aclarar algunos elementos, proponer varias cosas y criticar a unos pocos.
En primer lugar hay que entender que el desempleo es una de las consecuencias del modelo económico especulativo sobre el que está soportado el país, denominado ‘Confianza Inversionista’. Además, hay que ser conscientes de que el problema tiene una clara superficie social, sobre todo en el caso de Ibagué, donde el nivel de desplazados puede llegar a ocupar cerca de 3 puntos de la tasa de desempleo local. Es por eso que cuando se hable de desempleo en la capital tolimense hay que pensar en el tema desde la raíz y no desde el efecto. Justifico, en parte lo anterior, mi solicitud urgente de declarar a la ciudad en emergencia laboral desde comienzos del año pasado.
Y es que tengo toda la certeza de que el Tolima y particularmente Ibagué necesitan replantear su enfoque productivo. El crecimiento económico nacional, que en 2007 alcanzó el glorioso 7% y que en 2008 se disminuyó a cerca del 3%, se caracteriza por la baja participación del sector agrícola. Desafortunadamente ese es el fuerte económico del Tolima y ello no significa otra cosa más que la necesidad de generar un valor agregado a dicho sector, que está claramente representado en la inversión en tecnología.
Lo anterior, se complementa con infraestructura (proyectos como el túnel de La Línea y la Doble Calzada). Esa combinación es lo que permite que el Tolima pueda ser verdaderamente competitivo. Es entonces cuando se puede hablar de incentivos y condiciones para la inversión nacional o extranjera, tal y como lo está llevando a cabo el alcalde de Ibagué, Jesús María Botero, a quien hay que reconocer que en menos de un año logró atraer a la capital tolimense unas tres o cuatro compañías españolas que han generado a su vez cerca de 7.000 empleos. Pese a lo anterior, hay que resaltar que son más las empresas importantes que han sido cerradas, sobre todo del sector textil, y que también han dejado a numerosas personas sin un sustento.
A las gestiones del mandatario local por el desempleo, se suman ciudadanos, ONG´s, y hasta grupos de facebook como uno denominado «Mamados del desempleo en Ibagué», que aunque es poco propositivo constituye una apuesta interesante con los ciudadanos para concientizarlos de algo que ya hace rato es grave. Todos los anteriores, e incluso me incluyo en el objetivo, coincidimos en la necesidad de que el Gobierno Nacional haga presencia no solo desde un consejo comunal en la capital tolimense, sino desde el interés manifestado a través de sus políticas y decisiones. Es claro, que si los desplazados nos representan cerca de tres puntos de la tasa de desempleo, la responsabilidad en gran parte es del Gobierno Nacional.
Como si el problema no fuera suficiente, actualmente han comenzado a salir los políticos tradicionales, que sin ninguna formación o al menos conocimiento del tema, pretenden hacer campaña haciendo referencia a lo gravísimo que constituye el problema del desempleo. Y, es fácil identificarlos porque ninguno de ellos propone absolutamente nada, y los que medio se acercan a ello no tienen ningún soporte.
Definitivamente uno de los mayores daños que ha sufrido el Tolima es su ausencia parlamentaria, y la baja capacidad de sus dirigentes para defender los intereses de la región. Para no ir tan lejos, basta observar la no existencia de congresistas tolimenses con proyectos importantes, actualmente, propuestos en el Legislativo. O mejor aún, el caso del ex Gobernador del Tolima anterior, que no fue capaz de defender la represa de Hidroprado. Sin duda alguna, dos años perdidos para el Tolima.
Es claro que pocos entienden la realidad del problema. Muchos hablan de estructuras, otros de que la pobreza es mental, unos menos preparados esperan dos o tres call centers más, pero en sí nadie entiende el problema desde el modelo económico, ni mucho menos desde el enfoque productivo del Tolima. Probablemente, porque la obsesión electoral y la mala preparación y formación intelectual de muchos de los candidatos políticos tolimenses no permite que exista una verdadera visión de las cosas.
Apuesto a que si la mina de Cajamarca, que no pudo funcionar supuestamente por problemas ambientales, hubiera estado ubicada en Antioquia, jamás se habría interpuesto algún obstáculo… ¿porqué? porque allá sí hay congresistas.
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