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La Fábrica de Licores de Antioquia-FLA es una de las empresas más importantes de la región y es un pilar fundamental de las finanzas del departamento de Antioquia. La FLA es una dependencia de la Secretaría de Hacienda Departamental, a cuyas arcas llega buena parte de los recursos generados por la empresa: el 51% de estos van para salud y educación, el 49% restante no tiene destinación específica, pero debería estar dirigida íntegramente a infraestructura.

La semana anterior la FLA fue noticia, no sólo por el decomiso de cientos de botellas de licor en la sede política de un diputado, sino también por el aparente y reiterado incumplimiento en las metas de ventas de la compañía, al menos fuera del departamento. Pese a esa crítica, quizá injustificada, las ventas de la FLA en 2011 rondaron los 926.000 millones de pesos. Cualquier ejecutivo, y accionista, estaría feliz de tener una empresa con tal desempeño, habida cuenta de que el gasto de funcionamiento y el coste medio de producción -si bien se han incrementado- siguen siendo bajos (producir una botella de aguardiente cuesta alrededor de 4000 pesos, el precio final contabiliza múltiples impuestos), lo que genera un amplio margen de beneficios y recursos nada despreciable al departamento.

Hay que reconocer que el admirable comportamiento financiero de la FLA, es en gran medida, resultado del monopolio rentístico establecido constitucionalmente. La pregunta es si en un ambiente competitivo la empresa lograría esos resultados: probablemente no. Lo que nos lleva necesariamente al delicado asunto de su administración y gobierno.

La realidad es que gobierno corporativo es inexistente en la FLA, carece de un código de buen gobierno; el gerente, casi un secretario de despacho, acuerda con el gobernador el monto de ventas (de botellas) necesario para satisfacer parte de las necesidades presupuestales del departamento en el cuatrienio. De modo que las decisiones cruciales las toman el mandatario y el gerente. Urge que la empresa tenga una junta directiva que avale el presupuesto y apruebe las decisiones estratégicas de inversión,  que evalúe anualmente los estados de resultados y el balance financiero de la empresa y que, en consecuencia, premie o castigue el desempeño de sus directivos.

La FLA sólo en el nombre tiene un enorme activo respaldado en más de 90 años de historia. Pese a esto, no hay un cálculo exacto de su valor en libros ni mucho menos de su valor de mercado (basado al menos en un indicador como el ebitda). Una empresa de varios billones de pesos, pilar de las finanzas departamentales y responsable, en gran medida, de la calificación AAA al riesgo crediticio del departamento, tiene que administrase con altos estándares corporativos y como si estuviera en un mercado competitivo.

@jhbarrientos

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