Esta semana tiene lugar el tan anunciado paro de transportadores, la razón ha sido la de siempre: la tabla de fletes, que estipula (artificialmente) el precio pagado por los generadores de carga a los camioneros por transportar una tonelada de mercancía por las carreteras del país. He perdido la cuenta de los innumerables paros desde 1997 cuando el gobierno Samper tomo la decisión de crear este mecanismo regulatorio, inútil y pernicioso y sobre todo, un mecanismo que se volvió instrumento de chantaje político y que amenaza seriamente la competitividad del país, ya menguada por la baja infraestructura, el contrabando y la revaluación.
No es exagerado decir que los precios del transporte de carga en el país están lejos de los verdaderos, pues los costos de operar no se conocen en su totalidad. Lo que sabemos a ciencia cierta es que el costo medio está distorsionado, probablemente al alza, y los costos marginales, que deberían ser indicativos del precio real del flete, son un misterio; no obstante sin el mercado como mecanismo de asignación eficiente de los recursos, es poco probable que realmente sepamos la naturaleza y magnitud de dichos costos. En lugar del mercado, existe una tabla de fletes que esconde las deficiencias operativas del sector lo que, naturalmente, se traducen en costos altos.
No cabe duda de que en éste escenario es mejor dejar actuar al mercado libremente, a la oferta y la demanda, y estaremos de acuerdo en que debe ser vigilado, pues las tarifas del transporte son sensibles a cambios en bienes complementarios como el combustible, los lubricantes, etc. Pero los cierto del caso es que el gobierno en esto no puede dar reversa, pues la tan cacareada competitividad se ve afectada vía exportaciones. Un estudio de la Universidad de Antioquia sobre la evolución y los determinantes de las exportaciones industriales regionales en Colombia en el periodo 1977 y 2002, muestra que una caída de los costos de transporte y de los fletes en un 1 porciento contribuiría a aumentar las exportaciones en un porcentaje que oscilaría entre 3 y 6 porciento. Esta cifra, aunque ligeramente elevada es coherente con los resultados que arrojan recientes investigaciones sobre la deficiente infraestructura del transporte en Colombia.
Nos es pues retorica cuando expresamos que la competitividad del país está siendo afectada por los precios del transporte terrestre de carga, el transporte de mercancías desde y hacia los puertos y aeropuertos necesita de una verdadera revolución, ya no se trata solo de fletes, camiones y carreteras, se trata del modelo de transporte en el que debe comprometerse el país en el largo plazo para ser verdaderamente competitivos, alternativas más baratas y eficientes como trenes y barcos, es sorprendente que un poco más del 70 por ciento de la carga del país se mueva en aun en tractomulas.
Hay que eliminar el monopolio camionero y evitar que a cada vez que los desean el país se detenga, los alimentos se encarezcan y el fantasma del desabastecimiento ronde los centros urbanos; un cambio en el modelo de transporte es pues justo para los usuarios y necesario para la competitividad del país.
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