Hace varios años la mayoría de empresas antioqueñas enfrentaron los retos que el libre comercio y la globalización imponen, con una modernización importante en los frentes tecnológico, administrativo, de dirección y gobierno corporativo, etc. pero también con seriedad y un alto sentido de la responsabilidad social –a través de sus diversas fundaciones–. Las empresas antioqueñas se han convertido en actores sociales y económicos muy importante, pues generan empleo, son grandes contribuyentes y su producción de bienes y servicios son una proporción importante del PIB industrial del país.
Los frutos de esa renovación y modernización se han visto en los recientes años con la expansión nacional e internacional de las empresas, por ejemplo, el grupo Éxito ha crecido enormemente en los últimos 20 años en Colombia y el exterior, Argos ha expandido su operación hasta EE.UU, Bancolombia va camino de convertirse en uno de los principales bancos en América Latina, el grupo Nutresa se ha expandido a Centro América e incluso a Asia, el Grupo Sura es un jugador importante en materia de seguros y pensiones en América Latina, el grupo Mundial se expande a pasos importantes, Conconcreto también avanza en el exterioretc. Podríamos seguir citando ejemplos que incluyan las empresas locales y estatales (y mixtas) como el Grupo EPM e Isagen, entre otras.
Las razones históricas del nacimiento y fortalecimiento del empresariado y la industria antioqueña ha sido objeto de estudio por economistas e historiadores, entre otros, y está consignado en numerosos libros. No obstante, el texto que a mi juicio relata de una manera precisa y amena la historia del desarrollo económico antioqueño es “Empresariado Antioqueño y Sociedad, 1940-2004”, de Nicanor Restrepo Santamaría (editorial de la Universidad de Antioquia), y tiene el valor agregado y la peculiaridad de estar escrito por alguien de las entrañas de dicho empresariado.
El libro no solo es un recuento de hechos, fechas y personas. Trata, además, de responder numerosas e interesantes preguntas. No obstante, tres me llamaron profundamente la atención: la primera pregunta de carácter histórico es: “¿cómo se formaron las élites patronales de Antioquia?” En la que el autor se extiende y con detalle narra la formación de las élites y el modo de organización que eligieron para administrar las empresas que, uno diría, aún perdura y conservan ciertas costumbres.
La segunda –y en mi opinión– las más interesante: “hasta donde se confundieron los roles de empresarios y políticos, y si así ocurrió, que determinó su separación?”. La respuesta –que puede ser explotada aún más– gira alrededor del hecho de la aparición de una clase de políticos de profesión en la década de 1960. La tercera pregunta –cuya respuesta es una reflexión para las nuevas generaciones de directivos– indaga por el futuro: “¿Hasta cuándo, y bajo que premisas, podrán conservar su liderazgo?
No quiero ahondar en más preguntas o argumentos, me parece mejor dejar al lector interesado la grata tarea de averiguar las respuestas.
@jhbarrientos
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