Las últimas medidas de estabilización de los gobiernos europeos, como por ejemplo el rescate a Grecia en su segunda parte, con la insalvable asistencia del Fondo Monetario internacional, contrasta con los anuncios de la Autoridad Bancaria Europea-EBA el regulador financiero europeo (equivalente a la Securities and Exchange Commission-SEC norteamericana) de publicar pronto los resultados de las pruebas de resistencia de los bancos europeos, en especial los franceses y alemanes; las pruebas de resistencia son prueba de fuego para los bancos porque darán cuenta de su capacidad de respuesta ante posibles deterioros de las condiciones económicas en la eurozona.
Los bancos europeos han entrado a un juego de presión para que la ABE modere los términos de la evaluación de la pruebas de resistencia, pero ni el anuncio del Banco Central Europeo de apoyar a los bancos que se rajen en las pruebas de solvencia ha logrado calmar la volatilidad de los mercados mundiales que han registrado caídas desde Asia hasta América Latina, La incertidumbre se agrava con la dura calificación de la deuda de algunos países de la eurozona por parte de las calificadoras de riesgos, ésta semana Moddys’ rebajo un grado la calificación de la deuda de Irlanda, la cual paso de grado de inversión a grado chatarra. Esto es incomprensible para el ciudadano irlandés que confiaba en que el reciente paquete de rescate 85 mil millones de euros había sido suficiente para evitar suspicacias.
Como si lo anterior no fuera suficiente, Moody’s puso en observación y con pronóstico reservado la calificación de los bonos del tesoro norteamericano para una posible rebaja, lo que empeoraría más aún el panorama mundial. De ahí la prisa de Obama por un acuerdo con los republicanos para un plan de reducción del déficit fiscal que ha crecido desaforadamente desde la primera administración de Bush. Esta realidad contrasta duramente con la clara expectativa de ralentización del crecimiento norteamericano para el resto de año, el desempleo del 9.2%, el creciente déficit comercial y eso a pesar de la apreciable debilidad del dólar frente a las monedas de las economías emergentes y la manifiesta incapacidad de la Reserva Federal de expandir aún más su política monetaria y empujar la economía norteamericana a un umbral que inspire mayor confianza en los atribulados consumidores.
¿Qué está en juego si Grecia, Irlanda y Portugal, por ejemplo, no pudieran pagar sus deudas? Pues el peligro más grande es que colapse el sistema financiero europeo dado que la mayoría de los acreedores de los países endeudados, en especial de Grecia, son los bancos franceses y alemanes. El colapso puede implicar en un apocalíptico y remoto escenario la desaparición del euro. Algo que los líderes europeos no van a permitir. En ultimas la prueba de resistencia a los bancos es también la prueba de resistencia a la cohesión y solidaridad europea y, claro está, una prueba de resistencia al bolsillo y a la paciencia de los apesadumbrados contribuyentes (en especial alemanes y franceses) quienes en última instancia pagan los platos rotos y eventualmente cobraran en las urnas el despilfarro de unos y la aparente alcahuetería de otros.
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