La semana antepasada el Consejo de Estado dictó medidas cautelares (la frase de moda) para suspender provisionalmente la venta de Isagén. La decisión de la providencia se fundamenta en que “Isagén es la tercera generadora de energía eléctrica en importancia del país, presenta superávit y eficiencia financiera y es un activo que genera significativos dividendos para el país” y, además, en que “resultaría más gravoso para el interés público negar la medida cautelar que concederla”. La andanada de críticas en todos los medios de comunicación y en editoriales no se ha hecho esperar, quizá con algo de razón debido a la pobreza de los argumentos.
En lo personal no critico que el gobierno, dueño del 56.7% de Isagén, quiera vender su participación. El gobierno debe limitarse a hacer muy bien su trabajo como regulador y en establecer las condiciones económicas para estimular la expansión de la capacidad instalada de generación del país. No creo que la generación de energía sea una actividad estratégica para un gobierno, es mucho más importante la red de transmisión (el 80% en manos de ISA que es aproximadamente 30% de propiedad privada). Incluso las carreteras que se construirán con los recursos obtenidos de la venta son más estratégicos, en un país que ya hasta ecuador lo supera en kilómetros pavimentados. Lo que si considero es que si el gobierno quiere vender Isagén lo haga bien, sin apresurarse, y que la venta no se convierta, como otras veces, en un mal negocio, pues si creo que el precio base de 5 billones de pesos es bajo.
Analicemos un poco que significa la venta de Isagén. Primero, es vender San Carlos, la central hidroeléctrica más grande del país con una capacidad instalada de 1.240 MW. Segundo, todas la centrales propiedad de Isagén (San Carlos, Jaguas, Calderas, La Miel I, etc.) están amortizadas, significa que es una empresa casi sin deuda. Tercero, Hidrosogamoso aunque aún no está operando se entrega lista para “moler” agua, y todo el riesgo en la construcción (que costó 4.1 billones de pesos) lo asumieron los dueños actuales, para bienaventuranza de los próximos dueños a Hidrosogamoso ya no hay que meterle un peso más.
Cuarto, es verdad que Guatape (propiedad de Empresas Públicas de Medellín –e.p.m–) se lucra del poder de regulación de agua que tiene e.p.m como dueño de El Peñol, pero de eso se lucra muy bien, y sin ningún costo, Isagen al tener a San Carlos aguas abajo, en definitiva vender Isagen es como ceder casi la totalidad de la cadena Nare-Peñol. Sin olvidar que fue e.p.m que desarrolló buena parte de esa cadena, entonces no es extraño que e.p.m considere (y quizá con razón) que debería ser el dueño natural de San Carlos (y en consecuencia de Isagén) y por eso tampoco es extraño que e.p.m busque ir a la puja con un socio extranjero. Quinto, si Isagén no emprende más proyectos de expansión (que probablemente no lo hará con otros dueños a quienes quizá solo les interese las utilidades) los ingresos que puede generar en 20 años es una suma que de lejos sobrepasa su precio base de venta.
Finalmente, ignoro si el Consejo de Estado tuvo en cuenta algunos de estos argumentos, pero cuentas rápidas dan que entre activos y sobre todo la capacidad de generar flujo de caja (que es lo que determina realmente su valor) Isagén podría estar valiendo entre 14 y 17 billones, lo que implica que la participación del gobierno en la empresa debe estar entre 8 y 9.7 billones de pesos. Los 5 billones de precio base es bajo. ¿Vender Isagén? Sí, pero venderla bien.
@jhbarrientos
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