El 2020 ha sido un duro reto para los mandatarios de todos los países del mundo. El COVID-19 ha puesto a cada gobierno en la dura tarea de minimizar los efectos del virus y evitar que sus países se sumerjan en una de las peores crisis económicas de la historia. Una tarea muy complicada puesto que la opción más eficiente para salvar vidas es el aislamiento social, lo que se traduce en largas cuarentenas para muchos países. Aún así, a la velocidad de propagación actual, tomará varios meses lograr que los países consigan una inmunidad colectiva o que se logre la contención efectiva.
Si el problema se tratara únicamente de salvar vidas ante el temido virus, por Teoría de Juegos sería fácil llegar a un equilibrio de cooperar – cooperar con las políticas de aislamiento social. Si la sociedad expuesta estuviese compuesta por dos grupos, cada grupo vería que la mejor opción es cooperar independientemente de la decisión del otro. Así, pronto el virus acabaría y todo volvería a la normalidad.
No obstante, a este juego le hace falta un tema importante: la crisis económica. A medida que se combate la muerte por Covid desde el aislamiento, el tiempo transcurre y las personas se enfrentan a perder sus ahorros, sus inversiones y hasta al riesgo de morir de hambre si no consiguen mantener sus ingresos. Para algunas personas será más fácil enfrentar estos miedos, pues cuentan con trabajos estables. No obstante, muchas familias dependen de sus actividades diarias para mantener su consumo básico. Adicionalmente, algunas empresas podrían caer en banca rota generando un despido masivo de personal.
En esta situación, el valor de la pérdida de cada persona o grupo estará en función de dos aspectos: el riesgo de contraer el virus y las pérdidas económicas, con sus respectivas consecuencias. Ambos aspectos dependen fundamentalmente del tiempo. A medida que pasan los días, el número de enfermos crece junto con la probabilidad de contraer el virus por los demás. De igual forma, con el paso del tiempo, los efectos económicos adversos se empiezan a sentir con más severidad. Ante esto, hay que especificar que sólo el 20% de los infectados sentirán los efectos del Covid, dado que el 80% serán asintomáticos según estudios recientes, mientras que el efecto económico irá creciendo exponencialmente cuando los recursos para la población desempleada escasean. Hecho que irá en aumento con el paso de las semanas.
Por tanto, el efecto contagio empieza en un nivel medio-alto y tenderá a aumentar por el mayor número de casos positivos presentes en la población. Por su parte, el problema económico empieza en un nivel más bajo, pero tenderá a aumentar más rápidamente con el paso del tiempo. El hambre es una realidad tangible que no da espera y que afecta a todas aquellas familias con problemas de ingresos.
En el siguiente esquema se puede observar la función de pérdida del jugador 1 (arriba) y del jugador 2 (abajo) en cada posible decisión (cooperar o no cooperar con las medidas de aislamiento). El primer valor hace referencia al riesgo de contraer la enfermedad, el cual tendrá un valor de cero en caso de que todos cooperen (riesgo bajo de contagio) y de un valor positivo (a) si no todos lo hacen. El segundo valor está asociado al riesgo económico, el cual será cero si no coopera y la persona sale a trabajar o de un valor positivo (b) si decide quedarse en casa. El valor de esta función dependerá del tiempo total en que esté activa la cuarentena.
Una posible función de pérdida es:
Fp = ∝t+βt², donde ∝=(0, a) y β=(0, b).
Esto supone que cuando el tiempo es muy corto (las primeras semanas de la cuarentena) el factor del riesgo de enfermedad tendrá un mayor peso (a > bt). En este punto, si un grupo observa que el otro coopera, su mejor opción será cooperar. Por el contrario, si los demás no cooperan, este deberá decidir no cooperar. Esto se genera porque no existirá una contención efectiva del virus en el corto plazo y la cuarentena podría precipitar un duro revés económico. Sin embargo, la mejor opción para todos en este punto será cooperar – cooperar. Así, la cooperación de un grupo persuadirá al otro de hacer lo mismo.
Sin embargo, cuando el tiempo en cuarentena se hace muy grande, el problema económico pesará mucho más que el de la enfermedad (a < bt) para la mayoría. En este punto, sin importar que haga el otro, siempre se elegirá no cooperar. Por tanto, el equilibrio será No cooperar – No cooperar. Esto nos ilustra que en algún momento todas las personas decidirán racionalmente romper con el aislamiento para buscar estabilidad financiera.
Si la contención del virus se logra rápidamente, puede que nunca salgamos de la primera solución (cooperar – cooperar), pero si la cura no llega pronto, el juego inevitablemente saltará a No cooperar – No cooperar con las políticas estatales de aislamiento social. Aunque algunos actores quieran mantenerse en aislamiento, esto no disuadirá a los demás de hacer lo mismo.
Por tanto, en esta situación el tiempo es un juez implacable.
@joseluisalayon
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