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Desde antes de nacer incluso se podría decir que estamos inmersos en un universo de creencias, heredadas bien sea de nuestros padres, maestros, familia, sociedad y cultura, en la que crecemos. Muchas de estas creencias en el proceso de individuación de un niño, sirven para comprender el mundo, dándole una estructura sobre la cual construimos nuestra identidad, no obstante, algunas de estas creencias son limitantes y se van impregnado en nuestro subconsciente como si fueran verdades reveladas.

En las sesiones de coaching, la mayoría de mis coachees o clientes habla de sus creencias como sí estas fueran imposibles de transformar e incluso se habla de lealtades inconscientes, recuerdo la historia del pavo, en donde el yerno le dice a la suegra que porque le corta las esquinas al pavo para ponerlo en la cacerola, y ella le responde: a mijo hacía lo hacía mi madre, para que cupiera en la paila.

Así como la anécdota del pavo, se van formando las creencias, muchas veces sin cuestionarnos sobre sí estas creencias son verdades reveladas o sí las podemos cambiar y adoptar unas creencias propias.

El origen de nuestras creencias

Las creencias heredadas provienen de múltiples fuentes. La familia es la primera gran influencia, ya que en nuestros primeros años de vida absorbemos sus valores, miedos y expectativas sin cuestionarlos. También influyen la escuela, la religión, los medios de comunicación y las experiencias que vivimos a lo largo del tiempo.

Algunas creencias pueden ser positivas y funcionales, como la idea de que «el esfuerzo trae recompensas» o que «ser amable con los demás genera bienestar». Otras, en cambio, pueden ser limitantes, como «el dinero es sucio», «no soy bueno para los números», ‘’nunca seré suficiente’’será que tengo algún defecto, o «si cometo errores, fracasaré», ‘’debo hacerlo así porque mi padre o madre lo decía’’, etc…

El peso de las creencias limitantes

Cuando una creencia heredada nos impide crecer, se convierte en una barrera interna que frena nuestro desarrollo. Muchas veces, ni siquiera somos conscientes de ellas, pero influyen en nuestras decisiones, emociones y en la manera en que enfrentamos la vida.

Por ejemplo, alguien que ha crecido con la idea de que «el éxito solo llega con sacrificio extremo» podría sentirse culpable al disfrutar de su trabajo o tener tiempo libre. O alguien que ha escuchado repetidamente «los artistas no ganan dinero» podría reprimir su pasión por el arte por miedo a la precariedad, .

Cómo cuestionar y transformar nuestras creencias

El primer paso para liberarnos de creencias que nos limitan es reconocerlas. Algunas preguntas que pueden ayudarnos en este proceso son:

  • ¿De dónde viene esta creencia?
  • ¿Es realmente cierta en todos los casos?
  • ¿Cómo ha influido en mi vida hasta ahora?
  • ¿Qué pasaría si dejara de creer en esto?

Durante mi proceso de crecimiento interior, cuando estudiaba para obtener mi título como coach profesional certificada,  trabajé en los árboles de creencias, es un método interesante que también trabajo con mis coachees, dado que allí, descubrí desde que muchas creencias estaban en mi subsconciente como mandatos.   Al ir poco a poco revisándolas desde diferentes esferas, pude convertir aquellas creencias limitantes en creencias de poder y elegir mis propias creencias.

A menudo sucederá que cuando buscas salirte del radar de creencias que la sociedad, la cultura, o la familia te han inculcado, siempre habrá alguien que buscará cuestionarte y hacer que sigas condicionado.   No obstante, lo importante es observar esa creencia y revisarte tu mismo.

Es clave que una vez identificadas, podemos reemplazarlas por creencias más empoderadoras. Si crecimos pensando que «hablar en público es aterrador», podemos reformularlo como «hablar en público es una habilidad que se mejora con práctica». Si nos enseñaron que «pedir ayuda es signo de debilidad», podemos adoptar la idea de que «buscar apoyo demuestra inteligencia y madurez».

La importancia de elegir nuestras propias creencias

Somos dueños de nuestras creencias y podemos decidir cuáles seguir alimentando y cuáles reemplazar. Este proceso no significa rechazar nuestras raíces, sino hacer una revisión consciente de qué nos sirve y qué nos impide avanzar.

Las creencias que elegimos cultivar tienen el poder de moldear nuestra realidad. Cuando adoptamos pensamientos más flexibles, constructivos y alineados con nuestros valores personales, nos abrimos a nuevas posibilidades y experiencias. La clave está en cuestionar, reflexionar y atrevernos a cambiar aquellas ideas que ya no nos representan.

La próxima vez que te enfrentes a una creencia que limita tu crecimiento, pregúntate: ¿realmente es mía o simplemente la heredé? Quizás sea hora de crear una nueva historia para ti.

programa tu sesión de coaching conmigo a: giovannafuentes@yahoo.com

 

 

 

 

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