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En esta temporada navideña, cuando las luces destellan y el espíritu festivo llena el aire, es importante recordar el ‘don de la generosidad’ en nuestros actos cotidianos.  A veces, juzgamos a las personas sin conocerlas solo por situaciones que pueden suceder en el trabajo, o en los ambientes de estudio o diferentes escenarios de la vida.

Sin embargo, en esta temporada de fin de año, en noches de novenas y aguinaldos es cuando debemos invocar y conectarnos con el ‘don de la generosidad’ no solo lo material, sino lo que podemos dar a otro ser humano, con nuestro corazón limpio.

En un mundo de constantes desafíos y cambios, la generosidad se erige como un faro de luz que ilumina los corazones y crea lazos indestructibles entre las personas cuando se practica de corazón sin esperar nada a cambio.  En estos tiempos difíciles, la generosidad no solo es un acto, sino un regalo que transforma tanto al que da como al que recibe.

Es clave señalar que la ‘generosidad’ no siempre se mide en términos materiales; puede manifestarse a través de pequeños gestos, palabras amables, admiración, actos de bondad sencillos, o simplemente ofreciendo nuestro tiempo y atención a otras personas que necesitan que los escuchen, los abracen, los acompañen, los cuiden, los ayuden a cruzar una calle, en fin…

Es importante recordar en esta época donde las luces y faros de colores adornas las calles en las ciudades, centros comerciales, casa y demás lugares en lo cotidiano, recordarnos que el ‘don de la generosidad’ más valioso que podemos dar no se encuentra debajo de un árbol decorado, sino en el cuidado y amor que compartimos con las personas que nos rodean.

Durante mis años de trayectoria como Coach de vida y empresarial he podido ser testigo cuando hacemos procesos de coaching con las empresas, como los equipos de trabajo se transforman cuando los invitamos a hacer legados con fundaciones que ellos mismos seleccionan.   Este ejercicio ha resultado ser muy interesante para los equipos de trabajo, dado que no solo se trata de dar regalos o cosas materiales, sino de sacar su brillo interior y ponerlo al servicio de la humanidad.

Es por ello, que con el correr de los años, he vivido experiencias maravillosas en donde en visto la transformación de personas, ejecutivos, presidentes de compañías, altos directivos que quizás eran juzgados por su carácter o percibidos como arrogantes,  y que en los ejercicios de legados han destapado su alma, y han llevado amor a adultos mayores o niños en condiciones de salud complejas y que a través de aprender a ser generosos consigo mismos, para dar con genuino bondad a otros  han descubierto que su interior estaba lleno de luz, sin importar su pasado, circunstancias complejas, o estados de ánimo, ya que el privilegio de dar con amor, llena de luz la vida de quien da y de quien recibe.

Siempre he pensado que cada acto generoso crea una cadena de positividad que se extiende mucho más allá de los hilos de lo mundano y transciende el plano celestial.  En estos tiempos de incertidumbre, de situaciones quizás dolorosas o difíciles para algunos seres humanos es cuando la generosidad nos debe inundar y convertirse en un bálsamo que cura heridas invisibles, sana corazones, llena de esperanza a la humanidad en medio de las guerras, los conflictos, odios, juicios, culpas, malos entendidos y sufrimiento humano. La generosidad es un don preciado con el que todos los seres humanos nacemos, un bebé con su sonrisa e inocencia transforma corazones, no obstante en la medida en que crecemos quizás el corazón se va olvidado de ese precioso don divino: la generosidad.

Así que, en esta Navidad, insto a cada uno de nosotros a ser generosos de corazón. Podemos brindar apoyo a aquellos que lo necesitan, ofrecer una sonrisa a quienes atraviesan momentos difíciles y recordar que la verdadera magia de la navidad reside en la capacidad de dar a nosotros mismos y a los demás. Dado que a veces el juicio interior puede empañar nuestros corazones.

La consigna es a que el ‘don de la generosidad’  guíe nuestros actos y que cada pequeño gesto de amor y bondad se multiplique, creando un mundo más cálido, amable, alegre, empático, y compasivo. En esta Navidad, recordemos que la verdadera magia reside en lo que llevamos en nuestros corazones.

En ese acto de generosidad está el practicar no juzgar a las personas por nuestras creencias y conceptos personales, ya que quizás con tu juicio, le estás quitando el brillo a otro ser humano, antes de juzgar preguntante ¿Este juicio que voy a hacer de esta persona que tiene que ver conmigo? ¿De qué me está hablando? ¿Qué tendré que aprender?.

La pregunta del coach:  giovannafuentes@yahoo.com

¿Qué podrías dar de ti a otros seres humanos en esta navidad?

¿Cuándo das entregas de corazón o estas esperando que se devuelva lo que has dado?

¿Qué tan consciente eres de los juicios que practicas a diario contigo mismo y los demás?

 

 

 

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