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En algunos momentos de la vida, quisiéramos tener el control de todo lo que sucede, sin embargo, esa tendencia a creer que podemos  hacerlo,  genera sufrimiento y una enorme frustración, dado que la vida tiene un ritmo y un flujo natural, en donde no somos dueños de los acontecimientos externos, pero sí responsables de la forma como respondemos.  

 

He observado que a veces aquello que se tenía aparentemente controlado, tan solo es una ilusión, ya que la vida es como una cebolla con infinidades de capas por descubrir y sucederá  cuando menos lo esperas lo inesperado.  Estas aparecen en forma de situaciones complejas, que le mueven a un individuo su mundo.     

 

El 'sacudón' podría llegar disfrazada de un aparente fracaso en la universidad. De repente, crees que no vales nada, que no sirves para nada, es más otros te dicen que eres un bueno para nada.   Entonces tú crees lo que los demás te dicen o lo que tu vocecita interna, ese crítico que habita dentro de ti,  te dice que no podrás, no eres capaz, en fin.     Así que tu autoestima anda por el piso y sientes el alma rota.    

 

Otras veces, el escenario, se presenta en que te han despedido del trabajo y no sabes que sucederá, como pagarás tus cuentas y cuidaras de tu familia, o de ti mismo.  También podría presentarse con retos de salud, te han diagnosticado una enfermedad, en fin…  

 

En esos instantes o milésimas de segundo, es donde aflora nuestra capacidad de responder ante un hecho determinado, no de reaccionar como en la mayoría de los casos sucede.  Dado que cuando se ‘reacciona’ los sentimientos que gobiernan al individuo son tal vez de rabia, frustración, miedo, ganas de no vivir, preocupación, latigo contigo mismo.   

 

Su diálogo interno es de tormento, crítica y culpa.   Estas emociones producen hormonas de estrés (el resultado de pensamientos negativos, bajo situaciones difíciles) y un círculo vicioso de comportamiento enraizado.  A menos que la persona atrapada aprenda a manejar sus emociones, hay pocas esperanzas de que pueda lograr ver la luz al final del túnel.  

 

¿Cómo podría darse el cambio y manejar su inteligencia emocional? 

 

El bienestar implica un estado de ‘Ser’ en donde las emociones están en equilibrio porque se entienden a través  del lente del conocimiento, de la compasión, y de la gerencia. Así que esa diferencia o capacidad de responder es lo que nos permite avanzar en la vida desde un estado de  conciencia  y de responsabilidad.  

 

Imagínese por un momento que vive en un mundo donde los padres son emocionalmente inteligentes, no tienden a presionar los botones de sus hijos, los inspiran a que sientan bien con ellos mismos,  y crean un ambiente positivo para crecer y aprender. 

 

Ahora imagínese que estos niños crecen y van a escuelas con maestros ‘emocionalmente inteligentes’ que le refuerzan lo que aprenden en el hogar. Ven su grandeza y talentos. Les hablan de lo bueno que habita en cada uno de ellos.

 

Estos niños crecen, se gradúan y comienzan a trabajar en empresas con  ‘inteligentes emocionales’ o eligen que serán empresarios  y  continúan desarrollando sus niveles de inteligencia emocional en cada etapa de su vida.  

 

Y como resultado de ello, todas las personas que habitan el planeta, se sienten seguros de sí mismos, se aman y aceptan tal y como son, aprenden a manejar su sabiduría interior, se conectan con su conexión espiritual, fácilmente y escuchan su voz interna.   También ven en otros su grandeza, la crítica no se usa y nadie manipula nada.   Solo eligen vivir desde la más grande y elevada emoción: el amor.   Abandonan el miedo.  

 

Eso es lo que busca esencialmente el coaching inspirar para que cada uno alcance su potencial máximo manteniendo un nivel profundo de alegría y bienestar mientras se aprenden nuevas habilidades y lecciones diariamente y se respeta y se ve lo mejor de los demás. Esa  es la visión de un mundo mejor.

 

Ese es el secreto mágico de la vida.  Con frecuencia  se producen a nuestro alrededor, con niveles de incidencia en las personas acontecimientos imprevistos de diferente índole.  Estos acontecimientos sin saberlo, forman parte sustancial de nuestra vida y tienen una diversidad de causas como nuestro nivel de interrelación con el mundo que nos rodea.   Unos podrían presentarse en el plano: laboral, familiar, social  o interno.

 

En la naturaleza humana existe una tendencia a calificar lo que nos va sucediendo en función de su previsibilidad, ubicando en un extremo los hechos extraños y altamente improbables o impredecibles, como por ejemplo, que un meteorito se nos viniera encima.  De la otra orilla, se encontrarían los hechos más cotidianos y recurrentes. Entre los unos y los otros se encuentran el devenir de la vida.

 

La habitual consideración fatalista de la imprevisibilidad de lo que sucede a nuestro alrededor, nos lleva al error de pensar que estamos condenados a arrastrarnos tras los acontecimientos.  Lo que desencadena una serie de pensamientos negativos que producen estrés y no nos permite ver más allá del horizonte. 

 

Despertar a la conciencia emocional

 

Es ahí donde se requiere despertar en nuestra conciencia y desarrollar nuestra  inteligencia emocional.  No es fácil, pero sí posible.   Todo depende de nuestra voluntad de adentrarnos en nosotros mismos,  en tomar las riendas de nuestra vida, y asumir de una vez, por todas esos retos, desde una nueva conversación en donde a pesar de las dificultades se aprenda a vivir desde la perspectiva del amor  y no de la víctima, con su constante ruido de que los demás tienen la culpa de ‘lo que me sucede’.

   

Cuando se adquiere una mayor conciencia y se elige despertar, a ese maravilloso don de la ‘inteligencia emocional’, aparece el mago de la lámpara de Aladino,  que nos permite acudir a la ciencia de la ‘aceptología, (otro tema de los que hablare en un próximo artículo) en donde conscientemente reconocemos que hay cosas afuera, de las cuales no tenemos control.   

 

Pero sí tenemos un gran poder y está en que nosotros somos dueños de nuestros pensamientos y somos los únicos que pensamos con nuestra mente.      

 

Uno de los personajes que me inspira por su profundo legado de amor, coraje y fe es el recién desaparecido  Expresidente  de Sudáfrica,   Nelson Mandela,  considerado como uno de los líderes  más importantes del siglo XXI y  quién paso 27 años de su vida en la cárcel por su lucha contra el apartheid y el racismo.

Su inspiración durante ese tiempo en prisión, se fundamentó en este maravilloso poema de  William Ernest Henley,  poeta  que lo escribió desde una cama de hospital:  Invictus.  

Más allá de la noche que me cubre,
negra como el abismo insondable,
agradezco a los dioses, si es que existen,
por mi alma invicta.

Caído en las garras de la circunstancia
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y llantos,
donde yace el horror de la sombra,
aun así la amenaza de los años
me encuentra y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

 

Así que la inteligencia emocional consiste en elegir con sapiencia cómo abordamos la vida, a pesar de que las cosas aparentemente no sean tan fáciles.  Todo depende de lo que decidamos SER; HACER y TENER frente a determinadas  circunstancias.

 

En otras palabras,  no controlamos los acontecimientos, pero si somos dueños de cómo respondemos a los mismos, del “cómo” y del “cuándo”. Por lo que es fundamental tomar conciencia de esa enorme capacidad y en la medida en que decidamos desarrollar nuestra inteligencia emocional,  seremos libres y estaremos incrementando nuestro amor propio, nuestra autoestima y por ende la confianza en nosotros mismos.

 

“Desde la auto conciencia-entendimiento de las propias emociones y claridad sobre su propósito-fluye el auto manejo, el impulso enfocado que todos los líderes necesitarían para alcanzar sus metas. Sin conocimiento de lo que sentimos estamos perdidos en el manejo de esos sentimientos. A cambio, nuestras emociones nos controlan. Eso usualmente estaría bien, si las emociones fuesen positivas, como lo podría ser el entusiasmo o el gusto por enfrentar y superar un reto. Pero ningún líder podría permitir ser controlado por emociones negativas tales como la frustración, la rabia, o la ansiedad y el pánico”, Daniel Goleman, psicólogo estadounidense. . 

 

 La  pregunta del Coach

 

¿Por qué quiere controlarlo todo?

¿Qué busca con querer controlar a los demás?

¿Cómo se comporta ante determinadas situaciones de la vida?

¿Cuál es su principal enemigo, usted o los demás?

¿Qué le dice constantemente su vocecita interna?

¿Qué actitud asume ante los hechos complejos de la vida?

¿Siente que su vida es un fracaso?

 

El Coaching para manejar la Inteligencia emocional provee un mapa en el viaje hacia la conciencia propia, la auto gerencia, la responsabilidad y por supuesto el empoderamiento personal.  Es la expresión positiva del potencial humano, a través dela conciencia propia de las relaciones con los demás.

Un Coach además de trabajar con el coachee para manejar más efectivamente su inteligencia emocional puede apoyarlo a manejar sus niveles de estrés.  Es asombro trabajar con seres excepcionales y ver en cada proceso de coaching que adelantan conmigo, como aprenden a volar.   Gracias. A ellos mi homenaje.   

Tu Coach: giovannafuentes@yahoo.com

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