las 5 heridas de la niñez que los adultos deben sanar
Observando a las personas y sus comportamientos en el día a día, tanto cuando tengo la oportunidad de viajar como en la cotidianidad de la ciudad, estoy realizando trabajo de coaching tanto de equipos como ejecutivo me encuentro siempre con lo mismo: la mayoría de personas cargan con sus heridas emocionales que experimentaron durante su etapa de crecimiento, incluso desde el mismo proceso de gestación de acuerdo con las reacciones o experiencias emocionales de la madre o del padre.
Al final todos los seres humanos en este planeta llevamos esas heridas emocionales (que tienen que ver con las interpretaciones que hicimos durante la niñez de acuerdo a nuestro conocimiento sobre alguna determinada situación, no obstante, hoy como adultos podemos reinterpretarlas y reconciliarnos con estas heridas y creencias que ya no necesitamos cargar.
El psicólogo Lise Bourbeau ,realizó un estudio sobre esas heridas de la niñez y concluyó que hay cinco heridas emocionales que influyen en la forma como un adulto se comporta. A veces, veo adultos actuando como niños, e incluso porque no, yo también he estado allí.
Cada vez, considero que es fundamental que los adultos se preocupen por trabajar en su mundo emocional y comprender de donde vienen sus comportamientos, aquellas situaciones desafiantes que se presentan y porqué es importante sanar y expandir la conciencia para salir de la matriz (realidad ilusionaría en la que vive el 99% de las personas en el mundo).
Estas heridas no siempre son visibles y afectan la vida de una persona y su interacción con los demás. Estas heridas incluso nos impiden vernos y actuar desde nuestro propio brillo interior.
Las 5 heridas:
Herida de rechazo, herida de abandono, herida de humillación, herida de traición, herida de injusticia.
La herida de rechazo
La herida de rechazo se origina cuando una persona se siente rechazada por figuras clave en su vida, generalmente en la infancia. Este rechazo puede ser directo (como un abandono emocional o físico) o indirecto (como la falta de atención, cariño o aceptación). Las personas que han sufrido esta herida suelen desarrollar una profunda sensación de no ser lo suficientemente buenas o valiosas, lo que puede llevarlas a evitar las relaciones o a rechazar a los demás por miedo a ser nuevamente rechazadas.
Características de quienes sufren esta herida:
- Tienden a sentirse no deseadas o rechazadas.
- Se alejan de los demás para protegerse.
- Pueden tener problemas con la autoaceptación.
Cómo sanarla: La clave para sanar la herida de rechazo es aprender a aceptar y amar a uno mismo. La persona debe reconocer su valor y permitir la apertura emocional hacia los demás, entendiendo que no siempre todos tienen la capacidad de ofrecer lo que necesitamos.
La herida de abandono
Esta herida se desarrolla cuando una persona experimenta una pérdida importante, como la ausencia de un ser querido, la separación de los padres o el distanciamiento emocional de una figura de apego. El abandono genera un miedo constante a la soledad y a la pérdida, lo que puede llevar a una dependencia emocional o a un miedo a las relaciones cercanas.
Características de quienes sufren esta herida:
- Miedo a la soledad o al abandono.
- Necesitan la aprobación constante de los demás.
- Pueden tener una tendencia a ser dependientes emocionalmente.
Cómo sanarla: Sanar la herida de abandono implica fortalecer la autoestima y aprender a disfrutar de la propia compañía. Es fundamental trabajar en la independencia emocional y desarrollar relaciones que fomenten la autonomía y el apoyo mutuo.
La herida de humillación
La herida de humillación se origina cuando una persona experimenta vergüenza o se siente rechazada por algo que hizo o que es. Esta herida está ligada a la autoestima y a la percepción de ser inadecuado o imperfecto. Las personas con esta herida suelen sentirse culpables, avergonzadas y pueden desarrollar conductas autocríticas que les impiden avanzar en sus vidas.
Características de quienes sufren esta herida:
- Sentimientos de vergüenza o culpa constantes.
- Dificultad para aceptar los errores.
- Pueden adoptar comportamientos de sumisión o excesiva modestia.
Cómo sanarla: Para sanar la herida de humillación es esencial aprender a aceptar las imperfecciones y a entender que los errores son parte natural del crecimiento personal. El proceso implica cultivar la autoaceptación, practicar el autocuidado y liberarse de las creencias limitantes.
La herida de traición
La herida de traición se genera cuando una persona siente que ha sido traicionada por alguien en quien confiaba profundamente, como un amigo cercano, un miembro de la familia o una pareja. Esta herida se vincula con el dolor de sentirse engañado o traicionado, lo que puede generar un profundo temor a la deslealtad y una tendencia a desconfiar de los demás.
Características de quienes sufren esta herida:
- Dificultad para confiar en los demás.
- Miedo a ser traicionado o abandonado.
- Pueden mostrar comportamientos controladores para evitar ser heridos.
Cómo sanarla: La sanación de la herida de traición pasa por aprender a establecer límites saludables, fomentar la confianza en uno mismo y en los demás, y comprender que, aunque no todas las personas son dignas de confianza, esto no define a todos los individuos.
La herida de injusticia
La herida de injusticia surge cuando una persona percibe que ha sido tratada de manera injusta o que no se le han reconocido sus esfuerzos o logros. Esta herida suele estar relacionada con la sensación de que las reglas no se aplican de manera equitativa y puede llevar a desarrollar una mentalidad rígida o perfeccionista, buscando siempre hacer las cosas «correctas» para evitar el error o el castigo.
Características de quienes sufren esta herida:
- Sentimientos de frustración por no recibir el reconocimiento adecuado.
- Perfeccionismo y autoexigencia.
- Dificultad para relajarse y disfrutar de la vida.
Cómo sanarla: Sanar la herida de injusticia requiere aprender a soltar el control excesivo y aceptar que no siempre las situaciones serán justas o ideales. Es importante cultivar la flexibilidad mental y emocional, y también aprender a reconocer el valor propio sin depender del reconocimiento externo.
Así las cosas, estas cinco heridas tienen una influencia clave en la vida de un ser humano, por lo tanto es prioritario sanarlas para llevar una vida de bienestar y equilibrio. Sanarlas no significa olvidar lo sucedido, sino aprender a convivir con ellas de una manera que favorezca el bienestar emocional y la paz interior. El proceso de sanación es único para cada individuo, pero comienza con el autoconocimiento, la autoaceptación y el trabajo constante en el fortalecimiento de la autoestima.
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