En los países donde las estaciones son más marcadas es más fácil entender de forma natural sobre las bondades del ahorro, pues la misma naturaleza muestra la ciclicidad en la producción de ciertos bienes y la severidad de algunos climas enseña a madres de familia, padres y estudiantes sobre la importancia de prepararse para los cambios. La experiencia muestra fácilmente entonces que en las épocas de vacas gordas es más fácil ahorrar y con ello solventar las necesidades en las épocas de vacas flacas. En los países más tropicales las bondades de una naturaleza exuberante y con una primavera casi eterna es difícil entender dicha necesidad.
En este entorno, vencer esa idiosincrasia y hacer que los colombianos entiendan la naturaleza e importancia del ahorro ha sido toda una historia como para llenar páginas al mejor estilo del nobel Garcia Márquez. Desde mediados del siglo pasado cuando la antigua caja Agraria repartía alcancías metálicas con su campaña “De grano en grano Llena la gallina el Buche” hasta las más truculentas y novedosas estrategias como la asociación de la suerte con los rendimientos de las cédulas de capitalización, y hasta la creación a finales del siglo pasado de cuentas especiales para ahorrar con miras a cerrar la brecha pensional o más recientemente para adquirir una vivienda.
Y es que para cualquier economía el ahorro tiene una importancia especial pues contribuye al crecimiento económico y por ende mejores condiciones de vida para los ciudadanos. Dentro del ahorro total adquiere relevancia el ahorro privado, pues con él se autoregula el consumo, disminuye la morosidad de los créditos, mejora la capacidad de compra y de educación.
En Colombia, quienes se dedican a la planeación financiera personal vienen trabajando en la necesidad de generar una conciencia acerca de la importancia del ahorro de largo plazo y gracias a ello y al acompañamiento que han hecho los gobiernos desde 1993 con estímulos fiscales y mayor educación financiera, entre otras razones, se han logrado acumular cifras importantes en Fondos Voluntarios de Pensiones y algo más en cuentas AFC, mecanismos tradicionales ya en programas de ahorro de largo plazo. Es así como la Superintendencia Financiera de Colombia reporta que a septiembre pasado los fondos voluntarios de pensiones acumulan 13.9 billones, sumas que en principio tienen una vocación de permanencia por el término de 5 años a 10 años.
No obstante para el gobierno del presidente Santos el ahorro de largo plazo no ha merecido especial protección y por el contrario se han visto disminuidos los beneficios fiscales al mismo. En la tramitación de la Ley 1607 de 2012 (reforma tributaria del 2012) no se dio un debate claro acerca del desmonte de los beneficios al mismo y por la puerta de atrás, con el establecimiento de la retención mínima, el IMAN, la clasificación de Empleados aún para los trabajadores independientes, etc. de desestimulo el ahorro y se confundió a los trabajadores. Las cifras muestran el efecto claramente. Mientras que los saldos de los fondos voluntarios de pensiones crecieron entre 2004 y 2012 a una tasa promedio del 18.52% en el 2013 solo crecieron el 0.85%.
Estas son las cifras reportadas por la superintendencia financiera de Colombia:
Año |
Saldo a 31 de diciembre |
2004 |
3,682,322 |
2005 |
5,878,304 |
2006 |
6,164,851 |
2007 |
7,064,681 |
2008 |
7,516,032 |
2009 |
9,469,304 |
2010 |
11,287,314 |
2011 |
11,546,596 |
2012 |
13,299,299 |
2013 |
13,412,280 |
2014 |
13,905,243* |
*a Octubre
Fuente: Superintendencia Financiera de Colombia
Ahora el Gobierno presenta un nuevo proyecto de ley con el que se pretende gravar la “riqueza” y con ello envía un nuevo mensaje desalentador para quienes disciplinadamente vienen adelantando un plan de ahorro personal con miras a adquirir su vivienda o lograr que a su retiro puedan sostener una mejor calidad de vida, la que se ve amenazada con los cada vez más amenazantes cambios de los sistemas pensionales.
Suficiente castigo en los planes financieros personales han tenido la elevación de los precios de la finca raíz urbana en Colombia durante los últimos años que han retrasado para algunos el cumplimiento de su sueño, como para que además, ahora se resuelva gravar adicionalmente con un impuesto, por mínimo que sea el esfuerzo del ahorro para tal fin.
Ni que decir del ahorro pensional de los Colombianos. La Ley 797 de 2003 aumentó considerablemente los aportes a la seguridad social pero profundizó la brecha pensional en el Régimen de Prima Media con Prestación Definida administrado por Colpensiones, con lo cual los Colombianos que devengan más de un salario mínimo están obligados a hacer un ahorro importante de su ingreso en la etapa laboral con miras a obtener un mejor ingreso en su etapa de retiro. Entonces, no se ve razonable que el mismo Gobierno pretenda gravar ese esfuerzo de ahorro voluntario. Hacerlo implica que sea cada vez más difícil lograr estimular a los Colombianos a establecer programas de ahorro de largo plazo y combatir los cantos de sirena de programas internacionales de ahorro y pensiones que se llevan el ahorro nacional y en nada contribuyen al crecimiento de PIB nacional. O que simplemente las personas resuelvan mantener su ahorro en la informalidad con los riesgos que ello conlleva.
Lo razonable en esta oportunidad es que el Gobierno y el Congreso de la República consideren seriamente que los saldos de tales programas de ahorro no hagan parte de la base gravable para liquidar el denominado impuesto a la riqueza. Ello no es nuevo. La Ley 487 de 1998 que estableció la inversión forzosa en Bonos de Solidaridad para la Paz para efectos de determinar el monto a invertir, permitió descontar lo correspondiente a acciones, aportes en sociedades y los aportes voluntarios y obligatorios efectuados a los fondos.
La inseguridad jurídica y los cambios en las condiciones fiscales que afectan la acumulación del ahorro, no ayudan ni para lograr una cultura de ahorro, clave en el desarrollo del país; ni para el cumplimiento de objetivos de mediano y largo plazo de los ciudadanos colombianos, desestimulando el crecimiento del ahorro y la creación de capitales.
Tiene sentido, entonces, acabar todos los estímulos a este tipo de ahorro? O hacer más difícil la obtención de esos beneficios? O Poner trabas al ahorro del largo plazo? De seguir con esta tónica no será extraño encontrar que los Colchones con Caja Fuerte que anuncian en algunas emisoras locales se vuelvan más que un atractivo macondiano, una realidad sentida y por ende bancarizar el verdadero ahorro sea un imposible.
DIEGO BERNAL B
Asociación Colombiana de planeación Financiera
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