Ayer ocurrió algo muy especial y es que fui invitado a la ceremonia de posesión de la alcaldesa de Bogotá Claudia López. A cada invitado le daban un mantel con una manzana, un sandwich, una torta negra , un bocadillo veleño y un libro. Me detendré en el libro: se llama “Versiones de la Independencia”, son varios escritos referentes a la independencia de Colombia, con prólogo de Antonio García Ángel. Muy pertinente, por cierto.
El evento, como les decía, fue muy especial. Pero creo que lo que más me gustó fue cuando cantó Andrea, la de Aterciopelados, la famosa canción de “Mira la esencia, no las apariencias”. Qué buen mensaje: podemos no estar de acuerdo, podemos no comulgar con los mismos gustos, pero no por eso debemos irnos en contra de algo o de alguien, no podemos derribar familias y amistades por diferencias en las preferencias, en sobre lo que está bien o mal, en lo que debería ser lo mejor para mí y para los míos. No. Nunca. Eso lo defenderé siempre.
Podemos no estar de acuerdo en algo, en postulados y siempre hay que expresarlo, a quien uno le tenga la confianza siempre debe brindarle su opinión, nunca quedarse callado. Pero cuando se trata de preferencias, debemos dejar que cada quien actúe como sienta, eso es la libertad, eso es Independencia. Versiones de la independencia. Luego cantó Totó la Momposina y Compañía Ilimitada, había mucho sol, hubo protector solar, gafas, camisas blancas y todo fue muy especial. Fue un discurso optimista y, como todo discurso, lleno de palabras coordinadas que luego deberán irse volviendo realidad. Así debe ser.
Creo que el mayor legado que nos ha dado la “modernidad” es la libertad de opinión. La libertad de no estar de acuerdo, pero nunca derribando amistades ni familias. Feliz veinte veinte.
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