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La vida siempre nos ofrece oportunidades, el cuerpo es agradecido, siempre podemos empezar de cero, siempre hay de dónde agarrar, defenderé hasta la eternidad el postulado de que, estemos donde estemos, siempre habrá cosas interesantes, no todo está perdido, si buscamos encontramos joyas. Claro, si buscamos. Si nos quedamos quietos pues vemos lo que hay en the big picture, como dicen. La selva vista desde arriba se ve solo verde. Siempre estará la Eau de Cartier, con su aroma ensordecedor y asfixiantemente delicioso esperándonos para alegrarnos la existencia.

Dentro de todas estas, les tengo una joya: Miles Davis. Él es el máximo exponente del jazz, pero no solo del clásico, sino de los experimentos, de los riffs ácidos, de su mezcla con el funk en los 80, de su mezcla con el rock psicodélico en los 60, el iniciador de todo. De hecho, yo tengo un CD de un dj japonés llamado Satoshi Tomiie, en el cual él dice que una de sus mayores influencias es Miles. Qué buen artista, impresionante, el jazz es el lienzo sobre el cual se ha pintado todo un desarrollo musical de muchísimos años.

Cine Colombia presentará hoy 13 y mañana 14 en sus teatros un documental sobre este maestro: “Miles Davis, el nacimiento de una leyenda”. Este man nació en 1944 en Illinois, se fue a Nueva York y empezó con su trompeta a incursionar en el género del bebop. Todo lo que tenía que ocurrir culturalmente en el mundo ocurría en la calle 52. Rueda la película, surgen problemas, mujeres, excesos pero la música sigue. A mí me importa él como genio y como innovador musical. Yo ya vi el documental y les doy mi palabra, como melómano y amante de la cultura, de la buena música y de la innovación, que es un recorrido a través de la vida de un genio, contado a partir de la historia de la humanidad durante un lapso de cincuenta años.

Él fue, sino el único, uno de los grandes improvisadores. Por ejemplo, le pidieron que hiciera el soundtrack de “Ascenseur pour l’échafaud” con la hermosa Jeanne Moreau, y él lo empezó a hacer en vivo mientras proyectaban la película. Fue muy amigo de Prince, ya en los 80s cuando se iba apagando, y en el documental muestran extractos del concierto que hicieron en 1987 en Paisley Park. Creo que la expresión del rostro de Prince mientras bailaba y miraba a Miles tocar la trompeta, creo que esa satisfacción es la que resume todo. Satisfacción al oirlo.

En mis listas musicales tengo mucha música de él. Él sentó las bases de todo lo ácido que vendría después. No les digo más: véanse el documental, estaré muy pendiente de sus comentarios. Una cosa es una película: esta es una crónica musical. El genio y la música narrada.

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