Siempre se ha escuchado aquella frase que dice que la vida real supera la ficción, y bueno, no sé hasta qué punto se pueda tomar esta frase al pie de la letra, luego de haber vivido una pandemia. Tal vez la interpretación se deba pasar por el filtro personal de cada quien, porque lo que sí es una certeza casi absoluta, es que no todos estábamos en el mismo barco, y no a todos nos tocó enfrentar esta situación bajo las mismas circunstancias, ni con las mismas consecuencias.
Lina Montoya, gerente del hotel Aromax del Campestre. Foto cortesía.
«Al principio me dio mucho pánico, sentía que era el fin de mundo, que todo se había acabado. Sentir que nada se movía, salir al balcón y no ver a nadie en la calle, luego a la gente aplaudir por las noches a los médicos y las enfermeras, eso fue muy traumático para mí», recuerda Lina Montoya, gerente del hotel Aromax del Campestre.
No era para menos y seguramente no fue la única en pensar tal cosa ni sentirse así, porque las imágenes que pasaban por la televisión, que graficaban el panorama de lo que estaba sucediendo en casi todos los rincones del mundo, dejaban muy poco a la imaginación, y mucho para el recuerdo de esas películas en las que efectivamente el mundo está en sus últimos momentos.
«Sin embargo a la vez, todo esto me hizo pesar que había que continuar y que si yo todavía estaba viva, pues… mientras hay vida, hay esperanza», comenta Lina.
Sí, al principio el miedo fue la emoción que pilotó el avión y no fue difícil entregarse a él, pero, no por nada la especie humana se ha hecho merecedora de habitar este planeta, al aprender a sortear momentos históricamente difíciles, incluyendo su casi extinción en varias oportunidades, y por eso en poco tiempo, la mayoría de nosotros empezó a entregarle los mandos de la nave a otros capitanes emocionales que se encargaron de mostrar otra perspectiva más esperanzadora.
El espíritu altruista tomó el mando
El miedo se acaba cuando se le mira a los ojos y esta emprendedora encontró como estrategia para alivianar su corazón al enfrentarlo, ayudar a otros.
«Llegó un momento en el que me dije a mí misma que si esto se iba a acabar, entonces tenía que ayudar a otros, y empecé a hacer obras de caridad, sentí que era lo único que me quedaba», cuenta Lina.
Entonces en medio del pánico generalizado que se vivía en el momento, nuestra protagonista echó mano de las excelentes relaciones personales y de negocios con que cuenta, y empezó con un programa de mercados solidarios y de ayuda humanitaria de cualquier índole.
«Esto lo hice invitando a amigos, vecinos y empresas, que se unieron para dar alimentos perecederos y no perecederos. Yo entregué todo lo que quedó del inventario del hotel», cuenta Lina con el corazón en la mano.
Por unos cinco o seis meses según recuerda, su labor se concentró en esta actividad que iba y venía por oleadas, unas más difíciles que otras, pero en las que asegura también, en vez de perder la fe, lo que hacía era fortalecerse más y crear más ideas para resolver lo que se fuera presentando.
Las habitaciones se quedaron sin aroma
La crisis que generó la pandemia puso a la mayoría de los mercados en una situación peliaguda, sin embargo, el sector turismo fue el que probablemente llevó la parte más pesada de todas, pues todo lo relacionado con este tema quedó totalmente suspendido.
Las opciones que se ofrecían, especialmente en la primera etapa de cuarentena total, para solventar el sostenimiento básico de un hotel, eran nulas, y es entendible que al ver que la situación se alargaba de manera indefinida, las esperanzas se vieran cada vez más exiguas.
«Yo pude sostener a mi personal los primeros meses, pero sinceramente no fui capaz de ir más allá. Tuve una reunión con todos ellos por videollamada para explicarles que no podía continuar. Ellos fueron muy conscientes y entendieron la situación», dice la gerente con la voz afectada por la pesadumbre.
Esa rueda dinámica que se llama turismo es una de las más importantes en el mundo. En el año 2019, que es el inmediatamente anterior comparable posible, en Colombia este ítem representó el 3.8% del Producto Interno Bruto y generó cerca de 1.4 millones de empleos.
La situación vivida por la pandemia puso en peligro por lo menos unos 325 mil empleos, de esos, se calcula que casi nueve mil se perdieron en la hotelería.
«Para tratar de sobrevivir, yo me acogí a todos los beneficios que otorgó el gobierno, pero aun así llegamos a un punto insostenible», asegura Lina.
Enviar el personal a vacaciones anticipadas y la terminación de contratos, fueron algunas de las principales medidas laborales adoptadas por los establecimientos de alojamiento, con el fin de contrarrestar la crisis que dejó pérdidas millonarias para la economía del país, pero en especial en la economía de sostenimiento de miles de familias.
Este fragmento corresponde a la historia de Hotel Aromax del Campestre en el libro Historias de Negocios Altamente Inspiradoras -Versión Pandemia-, que acaba de salir al mercado. Es un libro con principios, valores, buenas prácticas y mucho aprendizaje para los emprendedores. Los interesados en adquirirlo lo pueden solicitar en este link de la Librería Nacional.
El libro es de mi autoría con Vianette Monsalve y acompañados de un equipo de producción, redacción y diseño apasionado por contar buenas historias: Andrés Toro Carvalho, James Alzate, Daniel Sierra y Johan Paniagua (diseño), a quienes agradezco su dedicación para sacar un libro muy potente y cargado de inspiración.
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