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Por: Marcela Perilla, Presidente de SAP para la Región Norte de América Latina y el Caribe.

El liderazgo femenino en América Latina ha recorrido un largo camino en las últimas décadas, reflejando avances significativos, aunque aún enfrenta obstáculos que demandan atención. Las mujeres están emergiendo como líderes clave en diversos sectores, desafiando estructuras tradicionales y contribuyendo al cambio cultural.

Nuestra región ha contado con mujeres en posiciones de liderazgo de gran relevancia, incluyendo presidentas en países como Brasil, Chile, Argentina y, más recientemente, México. La representación femenina en altos cargos ha crecido gracias a iniciativas gubernamentales, normativas y programas corporativos enfocados en la equidad de género. México, Colombia, Brasil y Chile, entre otros, han implementado políticas de cuotas y programas diseñados para fomentar la participación femenina en juntas directivas y roles ejecutivos.

Este esfuerzo se traduce en ejemplos concretos. En el sector tecnológico, por ejemplo, empresas como SAP han demostrado un compromiso con la diversidad. Actualmente, el 35.5% de sus puestos de dirección en América Latina están ocupados por mujeres, con un crecimiento anual sostenido.

A nivel global, las iniciativas de mentoría y las redes de apoyo han desempeñado un papel crucial. Estas herramientas no solo han empoderado a las mujeres para ascender en sus carreras, sino que también han visibilizado modelos a seguir.

Retos persistentes en el camino al liderazgo

A pesar de los avances, los desafíos no han desaparecido. El techo de cristal sigue siendo una barrera palpable. Aunque muchas mujeres logran ascender a niveles intermedios de gestión, su llegada a posiciones de alta dirección o roles como CEO sigue siendo limitada. Según un reciente reporte, sólo el 7% de los CEO de las 500 empresas más importantes son mujeres. Esta estadística deja en claro cuánto queda por hacer en términos de igualdad de género en el liderazgo empresarial.

Si bien el camino no es fácil, las mujeres no deben permitir que estas limitaciones las detengan. Ser proactivas en la búsqueda de roles de mayor responsabilidad y no dudar en expresar sus aspiraciones de liderazgo es crucial para avanzar. Las empresas están cada vez más comprometidas con la equidad de género, y la determinación de las mujeres puede inspirar cambios internos significativos.

Tecnología y nuevas generaciones: catalizadores del cambio

La tecnología y la innovación están abriendo nuevas oportunidades para las mujeres en roles de liderazgo. En sectores como el de datos y la inteligencia artificial, aunque la representación femenina sigue siendo baja —solo el 12% de los puestos en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) están ocupados por mujeres, según el Foro Económico Mundial —, cada vez más mujeres están liderando startups tecnológicas y explorando sectores innovadores que antes eran menos accesibles.

Las nuevas generaciones también juegan un papel crucial. Jóvenes líderes exigen mayor equidad de género y están menos dispuestas a aceptar las barreras tradicionales. Este cambio cultural, combinado con iniciativas globales de equidad, está acelerando el progreso en la región.

Es fundamental reconocer que el liderazgo femenino no debe ser una simple adaptación a los esquemas tradicionales. Por el contrario, representa una oportunidad para construir modelos complementarios basados en los valores y cualidades propias de las mujeres. Como argumentan Nilima Bhat y Raj Sisodia en su libro Shakti Leadership, el liderazgo femenino aporta una perspectiva única que puede enriquecer profundamente las organizaciones y la sociedad.

Un futuro prometedor para las jóvenes líderes

Las jóvenes latinoamericanas que aspiran a roles de liderazgo tienen acceso a estrategias claras que pueden ayudarlas a avanzar. Desde desarrollar habilidades técnicas y de liderazgo hasta buscar mentores y participar de manera activa en redes de apoyo, cada paso cuenta. La clave está en cultivar la resiliencia, aprender de los fracasos y desafiar el techo de cristal con determinación.

Estos pasos, acompañados de una fuerte voluntad de superación, pueden allanar el camino para que las jóvenes latinoamericanas accedan a puestos de liderazgo empresarial, incluso en un entorno que todavía presenta obstáculos importantes.

En América Latina, el liderazgo femenino es más que una meta; es una necesidad para construir un futuro más equitativo y próspero. Aunque el progreso es gradual, historias de éxito como las que estamos viendo en la región demuestran que el cambio está en marcha. Es momento de acelerar esta evolución, reconociendo que el verdadero impacto no solo transformará a las empresas, sino también a las comunidades y la sociedad en general.

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