Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

La semana pasada tuve el privilegio de visitar San Andrés, un lugar donde el mar de siete colores cautiva los sentidos, pero cuya riqueza más profunda se esconde en su gente, su cultura y su historia. El propósito de mi viaje era claro: forjar alianzas para impulsar el nuevo programa de Turismo Sostenible de la Universidad Ean, una apuesta académica que desde el primer semestre lleva a los estudiantes al territorio, conectando el conocimiento con la realidad y generando impacto directo en las comunidades. Sin embargo, lo que marcó mi visita no fue la agenda formal, sino un desayuno que se convirtió en una experiencia transformadora, una puerta abierta a la esencia auténtica de la isla.

Fui invitada por el coordinador de turismo comunitario a una posada nativa, un concepto que exuda identidad y resistencia cultural. Allí me recibió Miss Cleotilde Henry Valvuena, o Miss Cleo, como todos la llaman. Su figura podría inspirar las páginas de una novela: pionera de las Posadas Nativas, Miss Cleo es una guardiana de la cultura Raizal, una líder que, con amor y fuerza, ha convertido su hogar en un museo viviente. Las paredes de su casa rebosan colores vibrantes que parecen respirar con la brisa isleña, mientras que objetos antiguos, cuidadosamente dispuestos, cuentan historias de generaciones pasadas. En un rincón, una vajilla de cristal resplandece, reservada para invitados tan especiales como el embajador africano que visitó hace poco. Sobre una mesa de madera tallada, un teléfono antiguo, junto a piezas artesanales y corales pintados, parece susurrar relatos de otro tiempo. Cada detalle en la casa de Miss Cleo es un tributo a la memoria de su pueblo, un recordatorio de que la verdadera riqueza reside en las raíces y la autenticidad.

Un banquete para los sentidos

La experiencia continuó con un desayuno que desafió cualquier expectativa. Comenzó con un desfile de frutas tropicales dispuestas como si fueran una obra de arte, seguidas por el aroma celestial que impregnaba toda la casa: un perfume a coco que, en palabras de Miss Cleo, es «el canto de los dioses en la cocina».

Nos sirvió dos jugos: uno de guayaba, fresco y dulce, y otro de sorrel, una bebida tradicional hecha de flor de Jamaica, que en San Andrés no es solo una bebida, sino un vínculo directo con las raíces africanas de la isla. Luego llegó el plato fuerte: una albóndiga de caracol cocida en leche de coco, cuya textura sedosa y sabor profundo evocan el mar y la tradición. Acompañándola, una rebanada de fruta de pan, «el árbol de la vida» para los isleños, símbolo de sustento y abundancia en la cultura Raizal. Había también una tortilla de huevo tan jugosa que parecía deshacerse en el paladar y el famoso pan isleño, horneado con coco, que resultó ser una nube de sabor que todo el mundo debería probar al menos una vez en la vida.

La cereza del pastel fue una mermelada de sorrel hecha en casa, una alquimia perfecta entre tradición y sabor. Al preguntarle si había considerado comercializarla, Miss Cleo sonrió con esa mezcla de orgullo y misterio que solo poseen los guardianes de un secreto. «Nadie me lo ha propuesto seriamente», dijo, aunque dejó claro que, si lo hiciera, su fórmula seguiría siendo un legado familiar, protegido como el tesoro que es. Comprendí entonces que la verdadera riqueza está en lo exclusivo, en lo que no puede replicarse porque lleva consigo el amor y las historias de quienes lo crean.

Turismo sostenible: un motor para la economía y la cultura

Este desayuno fue mucho más que un deleite culinario; fue un recordatorio de que San Andrés no es solo un destino turístico, sino un territorio lleno de oportunidades. La cultura Raizal, su gastronomía única y su biodiversidad son activos intangibles de un valor incalculable, que, bien gestionados, pueden convertirse en motores de desarrollo económico sostenible.

En la Universidad Ean, creemos firmemente que el turismo debe ser un puente entre el desarrollo económico y la preservación cultural. Nuestro programa de Turismo Sostenible busca formar profesionales que trabajen de la mano con comunidades locales, reconozcan y certifiquen saberes ancestrales y construyan negocios que no solo generen ingresos, sino que también protejan lo auténtico y lo irremplazable.

San Andrés, con su riqueza cultural y natural, es un escenario perfecto para demostrar que el turismo comunitario puede generar desarrollo económico real y sostenible. Las alianzas con líderes como Miss Cleo permitirán profesionalizar y visibilizar saberes locales, crear emprendimientos con sello isleño y posicionar a Colombia como un referente global en turismo responsable.

El papel de la educación en el cambio

La verdadera transformación comienza con la educación. Formar líderes con un profundo sentido de propósito y pertenencia territorial no solo impacta comunidades, sino que también fortalece las economías locales y preserva culturas. La educación tiene el poder de convertir el patrimonio en oportunidades, de hacer de lo local algo global sin perder su esencia.

San Andrés me dejó una lección clara: la riqueza de un territorio no está solo en sus paisajes, sino en las manos y corazones de quienes lo habitan. Miss Cleo y su posada son un testimonio viviente de cómo la cultura puede ser motor de desarrollo y resiliencia. Turismo, cultura y educación son piezas de un mismo rompecabezas que, bien articuladas, pueden generar prosperidad para el territorio y el país.

Hoy, más que nunca, el turismo sostenible no es una opción; es el camino. Un camino que nos invita a mirar nuestras raíces y transformarlas en un futuro abundante, donde lo económico y lo cultural vayan de la mano. Porque, como dice Miss Cleo, «la cultura es nuestra fuerza, y mientras la cuidemos, nunca nos faltará nada».

Escrito por: Lorena Piñeiro, Vicerrectora de Innovación Académica, Universidad Ean

Compartir post