Viajar será siempre la mejor experiencia porque tiene el propósito de transformarnos y enriquecer nuestra realidad. Independientemente del tipo de turismo, una característica común es que las experiencias del viaje nos humanizan y amplían nuestra geografía; nos permiten conectarnos con la diversidad que ofrecen otros entornos y sentirnos libres.
Una de las mejores experiencias de mi vida fue viajar por el Sudeste Asiático durante seis semanas. Sin plan, sin reservaciones y teniendo como georreferencia de hospedaje las plazas de mercado. Mi brújula era la gastronomía, tenía claro el mapa de los chefs locales, las especias y aromas nuevos de la comida callejera que quería probar. Así fue como llegué a un modesto restaurante de Ho Chi Minh donde servían una típica experiencia gastronómica llamada Bo La Lot (bò lá lốt). En pocos metros cuadrados, conocí parte de la historia, cultura y etnobiología del sur de Vietnam.
Sólo haber volado a Asia marcó un record en mi huella de carbono (1898.4 Kgs), lo cual podría compensar sembrando un pequeño bosque urbano. Es en este punto, donde empieza una dicotomía con todo lo bueno que tiene el turismo y su impacto en las transformaciones ecológicas y la capacidad de carga de los territorios. Viajar será sinónimo de un intercambio recíproco con el planeta y esa reciprocidad inicia cuando uno mismo es consciente de la presión que ejerce sobre los territorios. La Universidad Ean por ejemplo cuenta con una manera para empezar a balancear esta relación de consumo con el planeta, a través de la plataforma Foresta.bio.
Por primera vez en la historia reciente, el sector más resiliente de la economía (en crisis pasadas) está totalmente paralizado y enfrenta un alto grado de incertidumbre. Viajar representa un riesgo para la vida y recuperar la confianza dependerá de las soluciones y protocolos que garanticen la convivencia con el coronavirus. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), actualmente más de 100 millones de empleos están en riesgo y el impacto negativo en la balanza comercial de los países ascendería al billón de USD.
Esta organización ha demostrado un gran liderazgo promoviendo la gobernanza y trabajo intersectorial, por medio de un Comité Global de Crisis. Además, está impulsando muchas iniciativas que han puesto a la innovación como piedra angular de la reactivación del sector.
Destaco varias iniciativas de innovación abierta que están vigentes y serán muy importantes para revitalizar el sector: #MásAlláDelTurismo, desafío de la OMT y el BID Lab para financiar modelos de negocio que, usando la tecnología, impulsen el desarrollo de habilidades, la promoción de la sostenibilidad ambiental, así como el uso y preservación responsable de la biodiversidad; Colombia Riqueza Natural, es un premio a la transformación del turismo de naturaleza impulsado por USAID y Colombia Productiva, con el apoyo de la OMT, Ruta N y la Universidad Ean.
«El gran protagonista de la reactivación será el turismo bioinspirado, aquel que sea capaz de volcarnos hacia la naturaleza y la aventura, y ofrecernos experiencias priorizando la conservación de la biodiversidad como motor de desarrollo.»
Sin duda, el gran protagonista de la reactivación será el turismo bioinspirado, aquel que sea capaz de volcarnos hacia la naturaleza, la aventura, y ofrecernos experiencias priorizando la conservación de la biodiversidad como motor de desarrollo. La resiliencia y su relación con el turismo sostenible cobra relevancia frente a una coyuntura que exacerba los retos relacionados con el cambio climático, tanto en el ámbito rural y urbano. En Colombia, esto supone una gran oportunidad para el emprendimiento rural; ser el sector que generará no sólo prosperidad y empleo, sino modelos de negocios sostenibles, incluyentes y equitativos. Reiniciar el sector requiere de una integración sectorial e interdisciplinaria que permita incorporar una nueva visión de éxito, crecimiento y desarrollo que respete los límites de la naturaleza.
El segmento MICE (Meetings, Incentives, Conventions and Exhibitions) o turismo de negocios y eventos masivos sólo tiene una salida y es la innovación. Frente al cierre de fronteras y sus implicaciones en otras industrias, como la aviación o el sector hotelero, sólo se conseguirá sobrevivir de la mano de la transformación digital. La integración de nuevas herramientas de inteligencia de mercados, la diversificación de portafolios y la integración de la sostenibilidad en la cadena de valor serán determinantes. Este subsector es clave en la reactivación económica de varias industrias, pero sólo garantizará su relevancia si se permite crear nuevas formas de interacción, por medio de digitalización de servicios e implementación de tecnologías como la realidad virtual y aumentada (VR/AR).
La transformación digital y los modelos de negocio adaptados a un escenario pos-COVID cobran más relevancia que nunca, teniendo en cuenta la incidencia del sector en el bienestar, desarrollo económico y estabilidad de la cadena de valor a nivel global. Es el único camino para impulsar la innovación de portafolios, el acceso a financiación, la inteligencia de mercados y el uso responsable y sostenible de la biodiversidad.
Sara Vera Aguirre
Twitter: samvaguirre
Gerente de Internacionalización y Relaciones Institucionales
Universidad Ean
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