La potencia suramericana ha sabido explotar la gran inversión en infraestructura deportiva que hizo años atrás. Cifras de esta Copa que nos tiene en vilo.
Pocas veces en la historia del deporte se ha visto que un país pueda realizar de manera consecutiva, y en tan poco tiempo, tres eventos de impacto mundial como lo ha hecho Brasil: la Copa Mundial de Fútbol en 2014; los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 y, ahora, la Copa América 2019.
Desde el punto de vista económico, esto tiene como gran beneficio el aprovechamiento de la infraestructura, lo cual se aproxima muy claramente a las economías de escala, ya que con un solo esfuerzo de construcción se ha logrado ser sede de los tres eventos.
Para este país, los ingresos provenientes de este certamen van a ser netos, excluyendo lógicamente los costos variables de la organización y los compromisos que adquiere el país anfitrión con la Conmebol. Los estadios están listos, incluso por encima de los estándares fijados por el ente organizador; las habitaciones de hotel (más de 55.000 para el Mundial) están habilitadas, así como las vías, los aeropuertos, etc.
“Con un solo esfuerzo de construcción, Brasil ha logrado ser sede de tres grandes eventos deportivos, aproximándose a una economía de escala”.
El festival del dinero se mueve, no en la misma dimensión que en el Mundial o en los torneos europeos, más poderosos económicamente que los nuestros, pero siguen siendo cifras jugosas.
Por ejemplo, la sola participación de una selección en el torneo le da derecho a un premio de US$ 4 millones; si pasa a cuartos de final llegan a las arcas de la federación US$ 6 millones; si logra avanzar a semifinales el premio es de US$7 millones para el cuarto y US$ 8 millones para el tercero; y si llega a la final, el perdedor se llevará US$ 9 millones y el ganador la no despreciable suma de US$ 11.500.000, cifra que no está muy lejana de uno de los secretos mejor guardados, el presupuesto de la selección Colombia para los cuatro años que dura un periodo de preparación a los distintos torneos.
Por otro lado, los ingresos de este torneo se presupuestan en cerca de US$ 500 millones libres de impuestos, requisito que exige la Conmebol para la realización del torneo. Este valor no solo sale de las taquillas, sino que los patrocinadores aportan gran parte.
“Los ingresos de la Copa América se presupuestan en cerca de US$ 500 millones libres de impuestos, derivados de taquillas y de patrocinadores”.
Las entradas están vendidas en un 65%; sin embargo, se espera llegar a un 80% en un país en el cual se respira fútbol, no importa la época del año. Los valores de dichas entradas oscilan entre los 120 reales (cerca de US$ 30) en la categoría más barata en la primera fase, hasta 890 reales (más de US$ 220).
Las cifras no son comparables, es lógico, pero los beneficios para los participantes y para el país organizador son evidentes. El año entrante, 2020, seremos nosotros.
Afortunadamente no estamos tan rezagados en estadios e infraestructura requerida para la organización de la Copa América y se cuenta con el respaldo del Gobierno. Solo falta que decidan los partidos que luego de la fase eliminatoria vamos a tener. ¡A soñar con nuestra selección este año y con nuestra copa el siguiente!
Omar Alonso Patiño
Director Departamento de Gestión y Organizaciones
Profesor pregrado en Administración de Empresas
Universidad EAN
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