Turismo, cultura y sostenibilidad: viajes desde el corazón
Con una variada oferta que combina la cultura y las tradiciones de un territorio con su geografía, relieve, la diversidad de su gente y el empeño de sus comunidades anfitrionas por brindar la mejor experiencia a sus visitantes, la época decembrina se presenta como una oportunidad fabulosa para vivir en diferentes lugares la magia de la Navidad. Además, el enero de 2025, que está por comenzar, ofrece una magnífica ocasión para que colombianos y visitantes de otras latitudes descubran muchas de las maravillas que tiene Colombia para ofrecer.
Alumbrados navideños, artesanías, platos típicos, tejidos, orfebrería y cerámica forman parte de una oferta turística diversa. Estos destinos han identificado lo más tradicional de su patrimonio, dándole valor a través de sus productos, servicios y emprendimientos. Esta combinación de lo tradicional con lo nuevo genera propuestas innovadoras y enriquecedoras. Por ejemplo, la reactivación de los trenes navideños y los espectáculos organizados por la Alcaldía Mayor de Bogotá, que incluyen una mezcla entre lo sagrado, el video mapping y muestras teatrales. Estas actividades integran circo, acrobacia, música, danza y artes escénicas, con una narrativa orientada a reflexionar sobre el cambio climático, la armonía con la naturaleza y la biodiversidad. Estos espectáculos se presentan en escenarios como la Plaza Cultural La Santamaría, la Plaza de Bolívar y la Catedral Primada.
Por otro lado, los alumbrados navideños son una muestra representativa en todo el país. En Bogotá, destaca la ruta navideña de Monserrate; en Medellín, la emblemática ruta de los alumbrados, y en Boyacá, la Ruta de la Navidad. Esta última incluye lugares como el Pantano de Vargas, Sogamoso, Duitama, Tibasosa, Belén, Corrales, Nobsa, Paipa, Tuta, Puente de Boyacá, Tunja, Villa de Leyva y Sáchica. Estos destinos ofrecen tres circuitos turísticos distintos para admirar pesebres, luces y tradiciones. Además, permiten disfrutar de productos típicos como la feijoa, las ruanas, las almojábanas, el guarapo de maíz, el vino de mango y maracuyá, el queso Paipa (con denominación de origen), la cestería y los pañolones de macramé. Todo esto se suma a la belleza natural de lagos, senderos, cuevas, montañas y cascadas.
Pensar en tantas posibilidades no solo despierta la imaginación, sino que también emociona el corazón y el paladar. Por ello, mientras se sigue rindiendo homenaje a otros mágicos lugares de Colombia, la invitación es a compartir con los suyos la magia de recorrer estos parajes, que no solo forman parte del turismo cultural —con bustos, estatuas, artesanías y museos—, sino también de una serie de eventos que fortalecen el emprendimiento cultural.
En este sentido, destacan iniciativas como la de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que en noviembre de este año premió en Cartagena a los ganadores del “Reto de Innovación: Turismo Comunitario: Colombia”. Este esfuerzo busca fortalecer los emprendimientos que trabajan en la conservación de los recursos naturales y culturales del país, en un diálogo constante y consensuado con las comunidades locales. Un ejemplo del impacto de este sector es el dato proporcionado por la Cuenta Satélite de Economía Cultural y Creativa de la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, que indica que el 5,5 % de la economía capitalina está relacionado con la economía creativa.
Estas son solo algunas muestras de la excelente combinación entre comunidad local, cultura, sostenibilidad y desarrollo local.
Escrito por: Claudia Patricia Rodríguez Zárate, docente e investigadora, Facultad de Humanidades y Ciencias sociales, Universidad Ean
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