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Una bolsa de café colombiano nunca será solo una bolsa de café. Detrás de ella hay casi siempre una gran historia familiar, como la de Café San Alberto.

En solo 17 años la familia Villota, en cabeza de los hermanos Gustavo y Juan Pablo, Director y Maestro Catador de San Alberto, respectivamente, han posicionado su grano como una marca boutique con un crecimiento sostenido, impulsado por un proceso de innovación que nos cambia por completo la forma de apreciar y tomar café en nuestro país.

“Somos los mismos cafeteros, somos los dueños de la tierra, podemos tener control desde la semilla y hasta el último eslabón de la cadena y eso es mágico, los artistas, que vienen siendo el cultivador y el catador, identifican sabores para que los consumidores los disfruten”, asegura Juan Pablo.

Estoy con él en El Atelier para conocer toda su propuesta de bebidas, un espacio creado especialmente para celebrar el Bautizo Cafetero en sus distintas versiones, ubicado en el nuevo Templo de Café San Alberto, abierto hace unos meses en Bogotá, en la esquina de la calle 81 con carrera octava, donde por muchos años funcionó la pastelería Myriam Camhi.

“Este es un sitio donde debe venir con un poquito de tiempo porque deseamos ofrecer un momento de ceremonia, de romanticismo. Hay un barista, una técnica, un utensilio, unos tiempos y un gramaje. Esto es lo que le gusta a la gente de venir a Café san Alberto que se están tomando un café como a la vieja usanza, muy tradicional, y a la vanguardia en sus técnicas de producción”, afirma.

Mientras hablamos me va enseñando las variaciones en las notas de sabor de su café San Alberto según el método de preparación, tal como lo hace con sus clientes, para mostrarles porqué se ha convertido en el café más premiado del país (sí, no es solo un eslogan).

Antes, ya hemos recorrido la casona de dos plantas donde funciona su nuevo templo, como prefieren llamarlo. Desde la entrada la decoración evoca una casona elegante, acogedora, y en uno de los salones, la interacción de una familia de dos adultos mayores y dos jóvenes tomando café y compartiendo un par de postres junto a la chimenea, lo refuerza.

A nuestro paso aparece la icónica barra donde se aprecian los distintos métodos de preparación y a varios de sus baristas, así como una tienda donde descubro que además de su tradicional Café San Alberto y herramientas de preparación, tiene dos ediciones de cafés especiales de varietales exóticos, Black Swan I y II (Cisne Negro) y un portafolio de indulgencias con productos de cuidado personal y  otros comestibles muy interesantes que habla de diversificación bien planeada.

A eso adiciónenle una carta de comida que incluye desde desayunos con sabores muy colombianos hasta cenas ligeras, diseñados para maridar con sus bebidas de café y resaltarlas.

Otro menú, este con bebidas de fantasía y cocteles con café y destilados, más las actividades de El Atelier, convierten este espacio, el sexto de la marca en el país, en su proyecto más ambicioso hasta ahora.

Una historia de tradición

La historia de café San Alberto empezó en la finca familiar del mismo nombre en Buenavista (Quindío) en 1972 donde los padres de Gustavo y Juan Pablo iniciaron el cultivo de café con dos de las varietales arábicas que lo hicieron famoso en el mundo: Caturra y Castillo.

Decidieron, como en un viñedo, escoger lo mejor de sus cosechas hasta lograr un producto único. Es una comparación que Juan Pablo hace con frecuencia y es que, como en un buen vino, el ensamble de estos varietales para crear el sabor de San Alberto va variando de acuerdo con las características de cada cosecha, donde intervienen la altura y edad de cada parcela.

 

Eso, unido a una quíntuple selección, garantiza un producto final óptimo, que ha sido premiado hasta ahora 29 veces en distintas competencias internacionales.

Hoy envían sus famosas bolsas de café para sus clientes en todo el mundo, han generado interesantes alianzas con grandes chefs colombianos aquí y en otros países, y reciben vuelos chárteres con turistas atraídos por sus experiencias cafeteras en El Atelier, convertido hoy en otra línea de negocio en nichos corporativos y de negocios debido a su gran acogida.

“El sorbo final de una cena en un restaurante es el café y tenemos ya un grupo de chefs que han entendido su importancia, nos hemos vuelto muy cercanos a ellos. Su experiencia final de café la están haciendo con Café San Alberto y con un equipo capacitado por nuestra marca”, explica Juan Pablo.

Entre ellos menciona a El Chato, en Bogotá; Celele, en Cartagena; el chef colombiano Juan Camilo Quintero en el restaurante estrella Michelin Il Poggio Rosso, en Italia; Juan Manuel Barrientos en su restaurante El Cielo, en Washington, y el Club El Nogal, en Bogotá.

Lo nuevo en su templo de Café San Alberto

Desde hace un tiempo dedican una pequeña parte de sus terrenos en la finca de Buena Vista a experimentar con varietales exóticos como Geisha, Bourbon y Wush Wush, entre otros, le llaman el Jardín de Exóticos y ya han logrado dos ediciones de cafés especiales a los que llamaron Black Swan I y II.

 Coffee syrup uno de los productos del nuevo portafolio de indulgencias de la marca. Fotos: Archivo particular.

“Son un ensamble de exóticos. El Black Swan I está compuesto principalmente por Bourbon y es un café lavado, con unas delicadas notas a jazmín y dulzura como de uva; el Cisne negro II es un ensamble principalmente de Geisha y Wush Wush es un café natural, que no se despulpa, sino que se lleva a secamiento solar, tiene una fermentación y un sabor muy distintos”, explica Juan Pablo.

Y obviamente se pueden tomar o comprar para llevar a casa en su nuevo templo de Café San Alberto, donde cuentan con una boutique de productos elaborados con café.

Juan Pablo lo llama su Portafolio de Indulgencias y se encuentran productos como Jabón, exfoliante, bálsamo labial, cápsulas para máquinas de pods, barra de chocolate con café y, obviamente, su tradicional Café San Alberto, que sigue siendo el protagonista de su proyecto familiar.

Cinco experiencias imperdibles

Todos estos detalles hacen de la visita una experiencia slow coffee bien original y hasta didáctica. Por aquí les dejo cinco cosas para hacer, si van a este nuevo Templo de Café San Alberto.

  1. Visitar su boutique y llevarse a casa una de sus bolsas de Café San Alberto, un método de preparación, alguna de sus ediciones de cafés exóticos Black Swan y productos de su Portafolio de indulgencias.
  2. Pasar por El Atelier y participar de alguno de sus Bautizos Cafeteros, donde un catador, a través de olores, sabores y textura logra un despertar olfativo y gustativo para enseñarnos a identificar y a tomar buen café. Se puede hacer con distintos maridajes como miel, rones nacionales Premium y preparaciones de la cocina molecular para experimentar con texturas y temperaturas.

  1. Tomarse una taza de café clásico San Alberto o Black Swan, preparada frente al cliente con métodos de filtrado como la jarra Chemex, el cono de goteo, V60 y sifón japonés.
  2. Disfrutar de una de sus experiencias de autor como las Gotas de Cielo, donde con un gotero y mezclando leche y espresso gota a gota, se logra el café perfecto, o su Capuchino Helado, una reinterpretación del Capuchino, con una paleta cremosa de almendras a la que se adiciona una taza de café caliente San Alberto.
  3. Probar alguno de sus cocteles de autor como la Miel Burbujeante de Café, una de sus primeras creaciones, que viene con ginebra, agua tónica y una reducción de coldbrew con panela, imperdible; o el Carajillo de la casa, una preparación con espresso y amaretto.

Templo de Café San Alberto. Calle 81 N° 8-08, esquina. http://www.cafesanalberto.com.co 

Para más recomendaciones sigue mi cuenta en Instagram: @honomontes

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