La metamorfosis emprendida por Las Brisas Acapulco demostró un espíritu de resiliencia y apoyo comunitario.
Ricardo Suárez, gerente general Las Brisas Acapulco (Foto Orlando Gómez).
El mal tiempo es una amenaza continua en las zonas costeras, pero el azote que recibió Acapulco del 22 al 25 de octubre de 2023, cuando el huracán Otis toco tierra, aún sigue latente. Una tormenta devastadora, de categoría 5, con ráfagas de 270 kilómetros por hora, causó daños masivos por agua y viento en plena zona turística y residencial y malogró las expectativas de ingresos para la temporada vacacional de fin de año. Un daño que —casi 5 meses después— aún se siente.
“Ha sido un golpe muy fuerte para la economía del puerto”, asegura Aída Patricia Pérez, directora operativa del Fideicomiso de Acapulco, la entidad encargada de promover y financiar los programas de fomento al desarrollo de la ciudad, quien lamenta los destrozos que aún se ven en varias edificaciones e infraestructura de esta ciudad, considerada un ícono del turismo mundial.
Fue tal la fuerza destructiva de Otis, que dañó al menos el 80 por ciento de los hoteles. Salones de reunión convertidos en escombros, habitaciones sin ningún mobiliario, inundaciones en sótanos y daños estructurales. Un escenario impensado para una ciudad que vive y transpira del turismo las 24 horas.
Desde sus inicios hasta entrados los años 70, Acapulco fue considerara ‘La Perla del Pacífico’, un imperdible centro turístico frecuentemente visitado por celebridades y políticos, donde John y Jacqueline Kennedy pasaron su luna de miel, hasta Frank Sinatra, Cary Grant y Liz Taylor.
SOPRESA E INNOVACIÓN
“Estuvimos fuera de operación por más de cuatro meses, algo inédito en nuestros 70 años de historia”, asegura Ricardo Suárez, gerente general de Las Brisas Acapulco, un hotel enclavado en un terreno de 10 hectáreas frente a la Avenida Escénica, que vivió las duras y las maduras por cuenta del infame huracán.
‘La Perla del Pacífico’ ha venido reconstruyéndose lentamente luego de la inmensa destrucción del huracán Otis.
Tras el embate de Otis, Suárez tomó una decisión tan sorprendente como innovadora: “Reunimos a los huéspedes que estaban alojados para informarles que Las Brisas ya no era un hotel sino un refugio.”
Entrada principal del hotel Las Brisas Acapulco luego del paso del huracán Otis (Foto DrDroneMX)
Lo que antes era un oasis de lujo frente al océano Pacífico se transformó en un improvisado albergue temporal, basado en una ‘economía de guerra’. Allí, entre destrozos, fango y escombros, comenzó el arduo trabajo de enfrentar la crisis.
“Durante las siguientes semanas ajustamos los presupuestos para priorizar recursos hacia las áreas más afectadas y garantizar una recuperación austera pero eficiente”, recuerda Suárez, quien enero de 2023 asumió el mando de Las Brisas.
Vía interna de Las Brisas Acapulco (Foto DrDroneMX).
Tales decisiones —que algunos hoteles habían tomado durante la pandemia por Covid-19— implicaron la reasignación de personal, la optimización de procesos y la reducción de costos no esenciales para maximizar la eficacia de los recursos disponibles.
DE GOURMET A COMEDOR COMUNITARIO
Por ejemplo, el restaurante Bellavista —antes conocido por sus exquisiteces gastronómicas y sus espectaculares vistas a la bahía— se convirtió en una cocina comunitaria en la cual los huéspedes y empleados se volvieron cocineros, lavaplatos y meseros para dar servicio a otros huéspedes y a vecinos de fraccionamientos cercanos.
Palmeras de las brisas, casi desnudas por el paso del huracán Otis (Foto DrDroneMX).
“Tuvimos la fortuna de contar con plantas de energía con las que mantuvimos la iluminación en ciertas áreas del hotel, como los espacios comunes y las zonas de refugio, proporcionando un entorno más llevadero”, confirmó Suárez.
La reconstrucción de Las Brisas Acapulco ha sido un proceso arduo y lleno de determinación.
Este sistema de respaldo aseguró además la operatividad de equipos claves, tales como los sistemas de comunicación y refrigeración, lo que a la postre abrió el camino para la recuperación.
Vista aérea del complejo Las Brisas, hasta La Cruz (Foto DrDroneMX).
“Fue cambio de enfoque que demostró la capacidad de adaptación del hotel y el profundo compromiso con la comunidad”, prosigue conmovido Suárez, quien declaró al hotel y a sus alrededores como una zona de calamidad pública.
Desde compartir mantas y ropa de abrigo hasta colaborar en la preparación de alimentos para cientos de personas que llegaban pidiendo auxilio, cada miembro del personal contribuyó. “Fue un tema de solidaridad y espíritu de unidad”, remarcó Suárez, para quien la prioridad inicial fue la supervivencia y el apoyo mutuo.
EN BUSCA DEL ESPLENDOR
A medida que el hotel se enfrentaba a la magnitud de los daños, así mismo descubría soluciones creativas y rápidas para tratar de restaurar la propiedad a su esplendor anterior.
Hotel Las Brisas Acapulco, luego de la renovación (Foto Las Brisas).
“Aprovechamos nuestra vasta red de contactos en diferentes industrias para obtener asistencia técnica, insumos y materiales de construcción de la forma más rápida posible”, recuerda el gerente.
Sunset Bar, una terraza panorámica para disfrutar los atardeceres desde Las Brisas Acapulco.
Los costos de reconstrucción del hotel fueron de por lo menos $200 millones de pesos mexicanos, algo así como $12 millones de dólares, que se distribuyó en volver a dotar a las 204 casitas y 47 suites con aires acondicionados nuevos, mobiliario, televisores, colchones y ventiladores.
«Casa Montes’ en el sector de Sunset Bar de las Brisas Acapulco.
“También invertimos en áreas públicas y dotación de cocina, así como en el ‘corazón de las casitas’, compuesto por los calentadores de agua, bombas y generadores eléctricos”, asegura Suárez, quien da un parte de victoria, pues todos los alojamientos y servicios están 100 por ciento operativos, incluyendo la clásica flotilla de 80 jeeps pintados de blanco y rosa.
Los jeeps utilizados para transportar visitantes tienen nombres de las celebridades que se han quedado en Las Brisas Acapulco.
PUNTO DE INFLEXIÓN
Hoy, casi seis meses después, Acapulco ha renacido de entre los escombros. En una ciudad donde casi 60 mil personas trabajan en hoteles, bares y restaurantes, el paso de un huracán podría ser un golpe mortal. Sin embargo, las autoridades locales, estatales y de Gobierno no la abandonaron. Tampoco la inversión privada, que no se quedó de brazos cruzados.
La ‘Cajita Mágica’ llega todas las mañanas con fruta fresca y panecillos recién horneados.
“Viéndolo con más calma, la reconstrucción del hotel no solo fue una oportunidad para actualizar nuestra dotación, sino un punto de inflexión para ser mejores personas, más considerados con nuestra industria y nuestros vecinos y mucho más empaticos con las necesidades del viajero”, reconoce Ricardo Suárez.
Así quedaron las recién remodeladas habitaciones de Las Brisas.
Para el Tianguis Turístico realizado la semana pasada, la ciudad había logrado disponibilizar 8.326 dormitorios en 180 hoteles: 76 en la Zona Tradicional, 70 se ubican en la Zona Dorada, 12 en Pie de la Cuesta y 22 en la Zona Diamante, entre ellos el Emporio, Fiesta Americana Acapulco Villas, one Acapulco Costera y el tradicional Mundo Imperial.
Panorámica del sector ‘El Fuerte’ del hotel Las Brisas Acapulco.
Las Brisas Acapulco es visto como un ejemplo de resiliencia. En febrero de 2024 la ocupación cerró con un 51 por ciento, y en marzo 31 se elevó al 53 por ciento. Cifras récord, considerando el estatus de seguridad de la ciudad y las pérdidas sufridas.
El Aeropuerto Internacional Juan N. Álvarez, de Acapulco, está 100 por ciento operativo (Foto Orlando Gómez).
Los vuelos internacionales ya están disponibles para ingreso y salida desde Acapulco (Foto Orlando Gómez).
“La mejor forma de apoyar el renacimiento de Acapulco es venir aquí de vacaciones, salir a la playa, ir a los restaurantes y visitar atracciones que ya están en pie”, finaliza Ricardo Suárez.
“Es que Acapulco es nuestro lugar de trabajo, nuestra amada ciudad. Vamos a levantarla entre todos”.
# # # # #
Conoce más historias de innovación y viajes en Portafolio: