Ha generado gran controversia en la comunidad la drástica ley 1696, la cual incrementa las sanciones pecuniarias y penales a los conductores que sean sorprendidos manejando sus vehículos, con el más mínimo nivel de alicoramiento.
La polémica medida me parece acertada en su propósito, pero desproporcionada en su componente económico. Los montos de las sanciones monetarias no son consecuentes con el nivel de ingreso promedio de un colombiano. Supera en varias veces el salario mínimo mensual y el valor promedio de un vehículo. En ocasiones, ni siquiera vendiendo el carro, se lograría el dinero suficiente para pagar la multa que se origina por conducir habiendo ingerido tres cervezas.
El perjuicio de las sanciones económicas recaerá en principio sobre el patrimonio de los beodos conductores. Pero mientras se genera una cultura en este sentido, esta ley perjudicará y beneficiará el bolsillo de muchos colombianos, conductores y no conductores, ebrios y abstemios.
Es usual acompañar las comidas con vino o algún tipo de aperitivo, lo cual obviamente ya no se puede hacer. Esto podrá afectar las ventas de un gran número de restaurantes, siendo el licor una línea muy rentable en este tipo de establecimientos. La cadena de valor que antecede esta actividad también se perjudicará, como son los importadores y distribuidores de licores.
Es probable que disminuya también la venta de licor en estancos, discotecas y bares, lo que afectará de manera directa los resultados finales de estos negocios. Las menores ventas de licores pueden menguar también las finanzas del sector de la salud, debido a que el impuesto al alcohol y al tabaco, se emplea para financiar la salud de los colombianos.
La economía se beneficiará por medio de la generación de empleo. Con total seguridad aumentará la necesidad del servicio de conductor elegido que prestan actualmente las compañías de seguro. Ya existen nuevas empresas especializadas que se están estructurando alrededor de este tema, incluso con modernos aplicativos para teléfonos inteligentes.
Quienes no opten por la alternativa del conductor elegido, sencillamente tendrán que contratar los servicios de un taxi, situación que mejorará los ingresos de quienes se dedican a esta actividad.
La disminución de la siniestralidad causada por conductores ebrios, podrá también mejorar los resultados de las compañías aseguradoras.
Finalmente, me preocupa que estas desproporcionadas multas fomenten la corrupción, debido a que habrán tanto conductores borrachos que ofrezcan mayores sobornos a las autoridades, como agentes corruptos que se aprovecharán indebidamente de esta situación.
Hermann Stangl
Valoración de Empresas y Marcas
www.stangl.com.co
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