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Lo que comenzó con una crisis hipotecaria en Estados Unidos, ahora se ha convertido no solo en una crisis financiera sino en una crisis de confianza a nivel mundial.

Ya hemos visto como los países desarrollados se han contagiado del virus, sufriendo los síntomas en el sistema financiero, que se traduce en bancarrota de bancos importantes, pérdida de liquidez y lo más preocupante, pérdida de confianza y credibilidad en sus propias economías.

Se aprobó el plan de rescate por 700.000 millones de dólares, todos los días se escuchan noticias sobre inyección de liquidez por parte de las autoridades monetarias, continua la racha de nacionalización de bancos importantes, se cancelan o se suspenden las operaciones en los mercados bursátiles… pero el pánico no cesa.

Los mercados emergentes no tienen un vínculo directo con esta enfermedad, y adicional a esto, tienen un fortalecimiento económico que han venido logrando en los últimos 6 años. Sin embargo, no son inmunes a la crisis global.

Colombia, dentro del grupo de países emergentes, ha consolidado ciertas bases para poder soportar la crisis actual, sin descartar que vayamos a pasar en limpio ante la situación global. Para determinar que tan sólidos y preparados estamos para afrontar el contagio es necesario ver la evolución de las cifras en los temas comerciales, fiscales y financieros.

La desaceleración de Estados Unidos y de las economías desarrolladas, tiene un impacto negativo para nuestra economía, vía menores exportaciones. Para Colombia, el boom de precios alcistas en las materias primas resultó ser positivo, dado que la mayor demanda a unos precios altos, alentó la balanza comercial a niveles de superávit, desde finales del año 2007 (Gráfica 1).

Siendo las exportaciones tradicionales las más representativas para la economía colombiana (Gráfico 2), el ciclo alcista de los precios generados por una mayor demanda y un mayor desarrollo de países como China e India, puede estar llegando a su fin, dado que si no hay nadie que compre, pues la tendencia de los precios tiene que ser bajista. Y efectivamente, la desaceleración de los países avanzados hace que su consumo por bienes importados tienda a reducirse, hecho que no es nada alentador para las industrias colombianas que gran parte de sus ingresos corresponde a las ventas internacionales, resaltando que el principal socio comercial es Estados Unidos.

El impacto en las exportaciones recae en problemas laborales y desaceleración de la economía, dado que las empresas exportadoras tendrán que empezar a despedir a sus empleados por esos menores ingresos que se vieron recortados por la poca demanda de Estados Unidos. A pesar de el aumento en la tasa de cambio, las exportaciones pueden no verse estimuladas no solo porque hay una disminución de la demanda mundial, sino porque el crédito que las financia ha venido secándose. Instrumentos de crédito a este tipo de sectores, como los que ha venido respaldando Bancoldex desde años atrás, se pueden volver particularmente relevantes en esta coyuntura.

Por la vía fiscal, pueden pasar dos cosas: Primero, la volatilidad del dólar, puede encarecer la deuda externa colombiana, que actualmente representa el 21,4% del PIB (Gráfica 3). Este encarecimiento, afecta el gasto del Gobierno y de las empresas que se endeudaron en el exterior, ya que tienen que conseguir más pesos para pagarla.

El segundo aspecto que afectaría el comportamiento fiscal de la economía colombiana, puede ser el acceso a créditos en el exterior, los cuales son cada vez más costosos y más restringidos. Por esta razón, el Gobierno tiene como “plan de contingencia” lograr vínculos con la banca multilateral y con países asiáticos, para obtener préstamos de emergencia cuando estos sean necesarios.

Pensar en problemas de liquidez en el mercado colombiano, técnicamente no es factible, dado que el sistema financiero no tiene fuertes posiciones en los mercados contagiados, por lo que el crédito a las personas naturales y jurídicas debería continuar sin ninguna restricción. Sin embargo, es posible que los bancos empiecen a restringir los prestamos, más por los rumores de las autoridades que en vez de generar una idea de aprovisionamiento, generan pánico e incertidumbre, aunque igualmente podrían verse disminuidos algunos créditos contraidos por bancos colombianos con sus contrapartes en el exterior.

Y precisamente, el sistema financiero colombiano sería el tercer frente por el que nuestra economía se podría contagiar del virus global. En realidad la posición colombiana en cuanto aspectos financieros se refiere, es buena y estable, por la menor dependencia de los flujos de financiamiento internacional y la mayor profundización bancaria (Gráfica 4).

Dentro de la región, en el último año, las economías colombiana y chilena han presentado una efectivo evolución en los últimos siete años, en el tema de la profundización financiera, llegando a niveles de 31% y 74% respectivamente. Por su parte, el aprovisionamiento que tiene el sector financiero de América Latina, se ubica en promedio por encima del 100% sobre la cartera vencida. En todo caso, en este momento la cartera vencida es baja. En caso de que los problemas asociados con la desaceleración de la economía y la depreciación de la moneda se profundicen y conduzcan a un deterioro de la cartera crediticia el panorama puede volverse un poco más oscuro.

Comentarios Finales

Los esfuerzos que ha logrado la economía colombiana son considerables, sobre todo para enfrentar el tipo de fenómenos financieros que se están viviendo a nivel mundial.

Si bien no somos inmunes ante las situaciones internacionales, ya que la globalización y las relaciones comerciales que existen entre las economías son cada vez más fuertes, debemos estar prevenidos más no asustados por lo que puede llegar a pasar…. Porque dejarnos infectar por esa pérdida de confianza que viven los agentes internacionales, sería dejarse enfermar antes de tiempo.

Es claro que vamos a empezar a sentir síntomas que se verán reflejados en la balanza comercial y en la desaceleración de la economía, que no son necesariamente causados por los incrementos en las tasas de intervención, como muchos dicen. De esta manera, lo mejor es ser prudentes y seguir ejecutando adecuadamente las políticas económicas que permitan tener una estabilidad económica, y cruzar los dedos para que la crisis en los mercados desarrollados se resuelva rápidamente con un impacto lo más moderado posible sobre su actividad económica.

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