Ardua ha sido la lucha de los gremios de actores en procura de una legislación que los proteja frente a los abusos laborales a los cuales son sometidos.
Con la denominada “ley del actor”, el Congreso de la República resaltó el trabajo de aquellas personas que con su cuerpo, voz, intelecto o capacidad histriónica, participan en las diferentes producciones, dramatizados, cinematografía, obras teatrales, radiales y de otros medios hacen del trabajo actoral una labor que contribuyen a la construcción cultural y memoria de la nación.
Desde mi punto de vista profesional, esta normativa consagra importantes herramientas para que los artistas puedan equiparar esas desventajas históricas de desprotección laboral, prestacional y derechos a la seguridad social de los cuales actualmente adolecen por diferentes causas, entre otras por la manipulación que realizan las grandes industrias de medios e igualmente precisamente por la ausencia de una normatividad que los acoja al considerarse un oficio liberal.
Con esta nueva normativa se dieron pasos importantes en su formalización, dejando en claro aspectos como: el Compromiso del gobierno para el fomento y la profesionalización de la actividad; la creación del “Registro Nacional de Actores”, para la promoción de artistas, (el cual según la ley deberá entrar en vigencia para el próximo año); se limitó la jornada laboral diaria y semanal de los actores; se estableció la obligación del pago independiente de las labores propias de la actuación con las de promoción de marcas comerciales; se consolidó el derechos patrimonial del actor, e incluso, le permitirá a los actores de manera individual o colectiva desarrollar los contratos para la ejecución de obras, adoptando con tarifas o precios mínimos que sirvan de referencia para el medio y la industria.
En una visión crítica respecto de esta nueva normativa laboral, a pesar de que guarda un compromiso importante de los Ministerios de Cultura y del Trabajo, lo cierto es que este grupo de trabajadores ya cuentan con un respaldo jurídico que pueden hacer valer, siendo por tanto su deber, construir mancomunadamente la estructura gremial que les permita propender por el desarrollo de sus condiciones laborales.
¡Señores actores y actrices, a trabajar y a construir futuro!
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