Hacía mucho tiempo no aparecía un movimiento social que estuviera motivado en la puñetera rabia de una situación insostenible y además, soportado en un par de textos subversivos. Son los “inspiradores” del 15-M, que tiene a sus “acampados” ocupando plazas de España y extendiendo su insatisfacción a otros países.
¿Cuáles son esas joyas de la insubordinación civil? Como en una secuencia de pasos hacia el despertar, el primero se titula “Indignaos”, de Stéphane Hessel, y el segundo “Reacciona”, una publicación colectiva coordinada por Rosa María Artal, editada por Aguilar. Este último nutre su insolencia de textos escritos por José Luis Sampedro, Javier Pérez de Albéniz, Javier López Facal, Carlos Martínez, Ignacio Escolar, Rosa María Artal, Àngels Martínez i Castells, Juan Torres López, Federico Mayor Zaragoza, Lourdes Lucía y un viejo amigo, ahora asesor de Colombia: Baltazar Garzón.
Ambos se alimentan de una corriente cada vez más universal que pregona cómo este mundo se parece más a un cadalso, que no vamos a ninguna parte distinta del degolladero, y que solamente acabando con nuestra indiferencia como individuos y ciudadanos podremos salir de la olla en la que nos estamos hirviendo lenta pero inexorablemente, como a la rana del cuento. Se suman a expresiones periodísticas como WikiLeaks y a ejercicios cinematográficos como Inside Job, que ganó el Oscar a mejor documental, por su denuncia de cómo adinerados heliotropos del mundo, aposentados en Wall Street, timaron a millones de personas y precipitaron en 2008 una crisis económica para luego salirse con la suya.
Hessel, a los 93 años, se dirige a la juventud. A quienes la están viendo más negra. Apoyado en los hombros de Sartre, e invocando nuestra responsabilidad como individuos, llama a dejar de pensar en la compra, en la última tecnología, en el todo vale, en el relativismo moral. “Ya es el momento de que las preocupaciones acerca de la ética, la justicia y el equilibrio duradero (económico y medio ambiental) prevalezcan. Porque son los riesgos más serios que nos amenazan. Ellos pueden poner fin a la aventura humana en el planeta, que puede llegar a ser inhabitable para los humanos”.
“Reacciona” se alinea con su antecesor en que este asunto no puede seguir así: no podemos continuar mirándonos el ombligo. “Reacciona’trata de clarificar y encauzar la pesadumbre de un sector creciente de la sociedad española con la crisis económica, política y social que estamos viviendo, con la crisis del sistema. Y varios factores están en juego: nuestra estabilidad, el equilibrio global, una generación de jóvenes sin futuro y el futuro mismo. Una ciudadanía informada y responsable puede impedir los atropellos. Todos con un mismo rumbo, con un objetivo claro: defender la dignidad, la democracia y el bien común. Ha llegado el momento. El primer paso es reaccionar”.
El texto de Baltazar Garzón, “Reaccionar para avanzar”, señala que nos ha tocado vivir los tiempos de la vergüenza, la mediocridad y la renuncia:
“VERGÜENZA por el abandono de unos principios que nos deberían ayudar a afrontar y superar los retos de una crisis económica fabricada por un capitalismo rampante, prototipo de la corrupción política y económica alineada con la libre evolución de los mercados y la incompetencia de unos líderes políticos y responsables económicos más atentos al aprovechamiento personal y corporativo que al servicio público y progreso social al que, respectivamente, se deben.
MEDIOCRIDAD, porque se ha desarrollado una visión alicorta de la situación política, social y económica en la que todos tratan de destruirse escupiéndose necedades a la cara, pero olvidando tomar decisiones consensuadas en beneficio de los ciudadanos. El interés inmediato es el interés del poder, pero sin una idea clara de qué hacer con él más allá de la simple detentación del mismo.
RENUNCIA, porque, culpablemente, todos, en un escenario de corresponsabilidad, estamos consintiendo y propiciando esa situación sin desarrollar una exigencia firme, sosegada y definitiva de rendición de cuentas a la sociedad y sin participar para que la situación cambie. Se ha cedido de forma definitiva a la acción de los que siempre detentan el poder real en una sociedad galvanizada y adormecida a la que cada vez más se le restringe el protagonismo en la esfera de los acontecimientos que la afectan y marcan su destino. El conformismo ante lo inevitable se ha convertido en la regla, cuando en realidad debería ser esa misma sociedad civil la que quebrara la inercia impuesta arteramente por los partidarios de que la situación no cambie”.
Estos conceptos están que ni pintados para la situación que vivimos en Colombia, con la bofetada de la corrupción, entre otras lacras. No podemos pensar que sólo con las acciones de un buen presidente se arregla la cosa. Ese caldo necesita ciudadanos jóvenes que le pongan carácter. Y que no seamos, como en Bogotá, los verdaderos responsables de haber perdido nuestra ciudad.
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