UNA COSA ES UN GERENTE Y OTRA, BIEN DISTINTA, ES UN ADMINISTRADOR
Pregunta clave a responder para los miembros de la junta directiva.
De su respuesta depende, necesariamente, el futuro de la organización.
Así, como cada persona es diferente, las organizaciones también lo son. Y, así como las personas se diferencian más por sus valores que por su apariencia física, también las organizaciones se diferencian más por sus propuestas corporativas que por su tamaño.
Esas propuestas corporativas que se integran en una amalgama que la hace muy singular: Misión, Visión y su conjunto de Valores Corporativos.
La complejidad en el manejo de la organización, no depende de su tamaño, ya sea que este se mida en capital, número de personas, localización geográfica o, incluso, el nivel de tecnología involucrada.
La complejidad de la operación la determina, fundamentalmente, esa propuesta corporativa que reta a los gerentes a identificarse, necesariamente, con ella. Por lo que se exige de aquellos coincidencia total con el gusto por el negocio y, por tanto, con lo que allí se hace (Misión), el entusiasmo por lo que se pretende en el corto, mediano y largo plazo (Visión) y esa perfecta coincidencia en lo que cree y cómo se comporta el gerente (valores), versus lo que creen y lo que esperan del gerente los accionistas, representados en la junta directiva.
No es condición suficiente, ni mucho menos necesaria, el profundo conocimiento de las herramientas de gestión propias de un buen administrador. El buen gerente, no necesariamente debe ser un buen administrador, así como, el buen administrador, tampoco debe ser, necesariamente, un buen gerente.
Las funciones y habilidades que se espera de cada uno de ellos son bien diferentes.
Mientras que el gerente tiene a su cargo el aseguramiento de los aspectos que conforman la propuesta corporativa de la institución, el administrador es responsable del ordenamiento adecuado de las áreas funcionales (mercadeo, operaciones, investigación y desarrollo, finanzas, desarrollo humano, tecnología, etc.). Es probable que, cada una de estas requiera un administrador experto en su función. Pero, su selección y acierto en su desempeño es responsabilidad directa del gerente que los recluta, estimula y controla, para asegurar la calidad y el éxito de su gestión.
Resuelto el punto anterior, el gerente debe hacer uso de su capacidad creativa, para interpretar, en acciones concretas, la propuesta corporativa. Ello exige, a fondo, su capacidad de liderazgo para poder transmitir los propósitos, valores y retos que se ha propuesto, de manera que entusiasme y capte la atención de los administradores para que lo acompañen, con su profesionalismo, en la maravillosa aventura de gestar y lograr la propuesta organizacional.
Si lo logra, la Junta Directiva lo premiará. De no hacerlo, ella misma se encargará de demandarlo.
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