Lo bueno:
– Su intención de aumentar la cobertura en los territorios a donde el sistema aún no llega o llega con ineficiencias que contrastan con la eficiencia que el sistema actual logra en los grandes centros urbanos.
– Su propuesta de quitar a las EPS el manejo de los dineros del Estado que son propiedad de los ciudadanos y no pueden ser monopolizados por un grupo de instituciones que, en su mayoría, los han despilfarrado lucrándose de ellos de manera ambiciosa, voraz y, en varios casos, criminal. Sin que se haya reparado a los cotizantes que se quedaron, como dice el refrán, sin el pan y sin el queso.
Lo malo:
– Los antecedentes que se tienen del manejo del Instituto Colombiano de Seguros Social, cuyos fondos de capital fueron destinados a financiar el Banco Central Hipotecario por un presidente de cuyo nombre no quiero acordarme que, en forma populista e irresponsable, los destinó a apalancar lo que en poco tiempo sería la quiebra total de ese banco. Llevándose con ello los recursos que, a futuro, debían respaldar el pago de las pensiones de los trabajadores colombianos. Razón de ser, hoy en día, de las partidas descomunales que el Estado tiene que aportar para solventar este déficit que, cada día, se hace más grande.
Lo feo:
– El proyecto se propone también, promover las ideologías de género que son contradictorias a la esencia de la naturaleza humana, desconociendo aspectos de natura como la condición sexuada, parte fundamental de la función reproductiva de la especie, que garantiza la sostenibilidad futura de la humanidad. El proyecto desconoce, evidentemente, la alteración de la correspondencia debida entre la parte morfológica con la psicológica del individuo. Su sesgo ideológico, le impide apreciar como un problema de salud pública esta circunstancia que pareciera convertirse en una pandemia para la sociedad.
– La promoción del aborto, forma camuflada para denominar un asesinato de las peores y más perversas características, donde una madre decide quitarle la vida a su hijo que se encuentra en condiciones extremas de indefensión y vulnerabilidad. Las circunstancias que rodean el momento de esta desgraciada decisión, podrían considerarse como atenuantes, según los casos. Pero, no por ello, deja de ser un asesinato.
¿Cómo se entiende, entonces, que el presidente hable de Colombia como potencia mundial de la vida si, además de impedir su gestación, con la promoción de la ideología de género; cuando se gesta, permite legalmente su destruction?
Feo, muy feo.
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