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La gerencia responde a las mismas exigencias a las que se ve sometido el buen juicio del director técnico de un buen equipo de fútbol.

Tanto, este como aquel, se ven obligados; primero que todo, a entender los escenarios en que el equipo se mueve y las posibilidades que tiene, producto de sus debilidades y fortalezas. Una fase de diagnóstico necesaria y previa a la acción.

Esta fase de diagnóstico, requiere de mucha capacidad para interpretar, tanto el medio ambiente en el que se desenvuelve la empresa y todos los públicos con que interactúa, como su conformación interior. Parte constitutiva de su esencia empresarial que le caracteriza y, en buena parte, determina su potencial.

El gerente, por tanto, debe tener una capacidad de interpretación tal de los fenómenos que afectan a la empresa, desde el punto de vista interno y externo, de manera que, sin ser un experto en la infinidad de cada uno de los componentes que la conforman y con los que se relaciona, sí despliegue la capacidad de diagnóstico suficiente, de manera que, apalancándose en el conocimiento de los expertos en cada tema (él no tiene por qué serlo y es mejor que así sea), pueda interpretar adecuadamente sus mensajes y darse, con base en ello, una idea muy clara de lo que la organización es y de lo que es capaz de hacer en los ambientes en que está retada a desempeñarse y a ser sobresaliente.

La metodología tradicional del análisis empresarial por la vía del DOFA (https://books.google.com.co/books?id=O7K85PAyLmMC&pg=PA32&dq=DOFA&hl=es-419&sa=X&redir_esc=y#v=onepage&q=DOFA&f=false), aún es vigente y permite una fácil interpretación de los fenómenos que, por sus características, pueden ser comunicados e interpretados de manera fácil y adaptable a toda las disciplinas de cada una de las personas que componen el grupo de la gerencia.

Es, por tanto, útil trabajar en este aspecto, en esta primera fase de la gestión estratégica de la organización en la que, como el médico que analiza un paciente; las diferentes pruebas que le aplica y las conversaciones que se desarrollan con pares y compañeros de trabajos, contribuyen, de manera determinante, a asegurar las predicciones sobre las situaciones a enfrentar y la condiciones del paciente para asumirlas.

Un buen diagnóstico interno, que permita entender claramente las fortalezas y las debilidades de la organización, así como un apropiado diagnóstico externo, que facilite la interpretación de los distintos escenarios con que se interactúa, son aspectos ineludibles que se tienen que manejar de manera previa a cualquier gestión. Sin olvidar, obviamente que el lindero dentro del cual se mueve el diagnóstico y las acciones posteriores que se tomarán para resolver los retos que impone a la organización, deben siempre estar enmarcados dentro del concepto de misión y visión que solamente los accionistas determinan, y que se constituye en el mandato de los propietarios que los administradores deben respetar y desarrollar de manera coherente con los principios y valores que les dan sustento y constituyen el soporte central de la cultura organizacional de la institución.

Es, realmente, un acto de irresponsabilidad plena, no entender y ejecutar este paso previo a cualquier acción. Los gerentes que no empiezan por realizar este importante trabajo, no podrán tener claro el norte a seguir y no podrán, por tanto, orientar adecuadamente el equipo que pronto notará esta falencia; lo que impedirá al gerente, mostrar las dotes gerenciales necesarias en el momento en que su equipo lo está cuestionando para validar su capacidad de liderazgo y empezar a confiar en él.

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