
Se acercan unas nuevas elecciones para esta vapuleada patria colombiana.
Empiezan a surgir los nuevos candidatos y todos empiezan a ofrecer lo mismo que los anteriores.
Me encierro en mis pensamientos que se van muchos años atrás con el recuerdo de lo que contaban mis padres de lo que sucedía en el país en mis primeros años de vida.
Mi padre era un liberal de pura cepa y, mi madre, conservadora de tradición centenaria, habían podido lograr un hogar maravilloso y pleno de amor.
Siempre he creído, por esto y muchas cosas más que comprendería con lo años, que el amor todo lo puede y que sin él todo se rompe y se destruye.
Lamentablemente, nuestra sociedad está árida de esta virtud transcendente por causa de los políticos y líderes que nos han guiado desde aquellas épocas y quizás las anteriores.
Según contaban mis padres, todo empezó a desbaratarse, en esta patria sufrida, después del asesinato de Gaitán, víctima de los odios que provocaron conservadores y liberales en medio de luchas intestinas que culminaron, atizadas por el proselitismo comunista que embargó un grupo de liberales y las ideas fascistas derrotadas en Europa pero aún presentes en medio de grupos importantes del conservatismo.
El poder de estos grupos liderados por personajes que contaban con el respaldo del periodismo sectario de la época, a modo de lo que hacen los políticos modernos a nivel internacional con las redes sociales, desató un odio partidista que, disfrazado de lucha de clases, contaminó la población, de manera que, lo que se manifestaba en las grandes ciudades, producía grandes controversias polarizadas que, al llegar al campo, se convertían en grupos guerrilleros que se mataban entre sí y también a los campesinos inermes sujetos de alguna sospecha.
Eran los llamados Pájaros y Chulavitas. Ignorantes huestes de humildes campesinos que entregaban su vida y asesinaban, creyendo asi mostrar su lealtad a los políticos perversos de turno . Todo ello, con el fin de lucrarse de los dineros del Estado y del poder que su influencia ejercía sobre los ciudadanos.
Hoy en día, seguimos viviendo la misma corrupción ancestral. Y el pueblo, engañado por una promesa de cambio que proponía un militante del M19 —grupo de bandidos que cometió la masacre de los jueces de la Corte Suprema de Justicia y muchos asesinatos más, como el crimen del líder sindical José Raquel Mercado—, ahora, se encuentra en un infierno, secuestrado por la hola de corrupción y violencia extendida en todo el territorio nacional, como nunca antes se había visto.
Vienen unas nuevas elecciones. Pensémoslo bien al comprometer nuestro voto y tratemos de respaldar a una persona honesta, comprometida y justa; que sepa rodearse de los que saben, con el fin de gobernar el país en función del bien común que significa el de todos los los ciudadanos, según su condición y particularidades. Sin discriminaciones.
Necesitamos un líder que entienda que el país es de todos los colombianos, sin excepción, y no exclusivamente de los copartidarios que lo eligieron. Que comprenda que cada ciudadano es diferente y le corresponden derechos y deberes relacionados con su condición, basados en su dignidad personal que ante Dios y los demás es exactamente igual.
Jairo A Trujillo Amaya
Presidente. CEO
Jata Consulting Org
Direccion y Estrategia
jata@jataconsulting.org
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