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La situación de competitividad económica de Ecuador es verdaderamente angustios ante la apreciación del dólar frente a las otras monedas del mundo y, en particular, al peso colombiano que presenta una depreciación del orden del 24% con relación a la situación que se tenía hace un año.
 
Esto, en términos prácticos para el Ecuador, significa una disminución en los precios de los productos colombianos, dentro de su mercado,  del mismo orden, si los exportadores colombianos deciden mantener su margen de ganancia anterior a la devaluación.
 
Este efecto se resolvería si Ecuador tuviera un tipo de moneda diferente al dólar. Pero, mientras las cosas se mantengan como están, esta circunstancia de devaluación del peso colombiano, no la puede corregir Ecuador. 
 
Los efectos cambiarios y la libertad del manejo económico y monetario son virtuosos y sanos, en la medida en que los países tengan su propia moneda. De no ser así, las diferencias de competitividad derivadas de las variaciones en sus condiciones productivas y cambiarías, resultado de diferencias: culturales, formativas, tecnológicas y particularmente económicas, no pueden ser corregidas por las medidas cambiarías generadas por los  flujos de dineros de las transacciones entre países y la especialización de sus sistemas productivos.
 
En este orden de ideas, no debería ser motivo de escándalo que Ecuador, atendiendo al derecho que tienen los paises a proteger su mercado interno, lo busque a través de protecciones arancelarias que, en las proporciones en que las plantea el gobierno del Presidente Correa, no hacen cosa distinta que mantener las condiciones de equivalencia de los mercados y los precios de los productos de Colombia en el Ecuador en los mismos niveles que traían, previo a la devaluación del peso colombiano frente al dólar.
 
En el caso colombiano, si bien el país está siendo afectado por el proceso iniciado por la reducción del precio de exportación de sus materias primas, la devaluación frente al dólar ha afectado de manera similar a los otros países de la región, asi como a la Unión Europea. Lo que significa que la corrección de competitividad de precios que realizó Ecuador, para mantener su mercado, se ha ectuado en Colombia de manera automática con los otros países, por efecto de los flujos monetarios y la demanda de dólares a nivel internacional.
 
La ventaja ahora la tiene Colombia ante EE UU y es hacia allí a donde deben mirar los exportadores y, en general, los industriales colombianos, antes de rasgarse las vestiduras con posturas camorreras ante un país pequeño y aliado que necesita comprensión y solidaridad en este momento difícil de su economía.
 
La situación de Ecuador se complica aún más si consideramos que; si bien, para Colombia ha habido la misma reducción en los precios internacionales del crudo y, en general, las materias primas; los dólares que recibe Ecuador los gasta en su mercado interno en dólares; mientras que Colombia los convierte ahora en muchos más pesos que antes, como resultado de la depreciación del peso frente al dólar, lo que corrige, en algún grado, la disminución de ingresos, haciendo que el gasto públlico y privado en pesos, dentro del país, no se vea tan disminuido y pueda mantener su nivel de crecimiento, si logra contener los efectos inflacionarios que produce el fenómeno que estamos tratando.

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