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El gerente tiene una primera responsabilidad que cumplir, consigo mismo y con las personas que, de alguna manera, dependen de él.

Compromiso con el legado de los accionistas y las políticas fijadas por la Junta Directiva para preservarlos.

En ese orden de ideas, la aceptación del cargo de dirección propuesto a un nuevo gerente, depende, no solamente de los aspectos económicos que remuneren su gestión y permitan un nivel de vida digno, acorde con su posición, sino de la coincidencia de los valores que proponen los accionistas a la empresa y aquellos que constituyen su formación personal y por los que ha procurado desarrollarse y crecer como persona en sociedad, durante toda su vida.

No hacer este tipo de reflexión, previo a la aceptación del cargo, conduce a muchos gerentes a un paranoia segura, donde la incoherencia entre aquellas cosas en las que se cree y aquellas que se hacen, dañan sus relaciones en la empresa y, con el tiempo, también aquellas que ha formado con sus amigos y familiares.

Es posible que, por tal motivo, en no pocos casos, la gestión exitosa de la gerencia no se evidencie en la satisfacción que debe sentir el gerente por el trabajo bien hecho y, a la larga, esto conduce a daños sicológicos y morfológicos en la persona, que son irreparables.

En otros casos, tal contradicción, no permitirá el ambiente de gestión adecuado para mostrar los resultados. La gerencia verá que sus propósitos no se logran y que su liderazgo sobre la comunidad empresarial se erosiona rápidamente.

Superada esta primera responsabilidad y, una vez integrado el nuevo gerente a la organización. Es necesario enfrentar otra segunda y, también, muy importante responsabilidad: es el acuerdo a lograr con los Directores, miembros de la junta directiva, sobre los aspectos fundamentales de las propuestas corporativas presentadas por los socios y que la junta directiva, a través del gerente, pretende lograr.

Este aspecto es muy importante, pues de él se derivan las reglas del juego del partido que la gerencia deberá jugar y que será arbitrado por los miembros de la junta directiva.

Las preguntas clave a resolver son, por tanto:

a. En cuanto al patrimonio: ¿cuáles son los réditos mínimos esperados y el tiempo en que deberán lograrse?

b. En cuanto a la Misión: ¿Qué negocio esperan desarrollar los accionistas y cuáles son los linderos esperados para su crecimiento y desarrollo?

c. En cuanto a la Visión: ¿Qué características tiene el negocio que se han propuesto desarrollar? ¿Cómo lo conciben en el mediano y largo plazo?

d. En cuanto a los valores: ¿cuáles son aquellos que contribuyen a los propósitos de la misión y la visión de la organización? ¿Cuáles coinciden con aquellos de las comunidades a las que se propones servir?

Es dentro de estos límites, donde la acción de la gerencia se debe concentrar, con el fin de asegurar la coherencia de su gestión con los principios y valores de sus “stakeholders”, entre ellos, los propietarios, clientes y directores. Este proceso inicial es fundamental y determina las posibilidades de éxito de la gestión

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