Tendría que empezar por resaltar la importancia que tienen los emprendedores en la economía de cualquier país y el efecto determinante que su desempeño tiene en el desalrrollo (Mark Casson. «The entrepreneur and the economic development»), como aportante principal a las grandes cifras que determinan los indicadores propios de las mediciones que realizan los organismos de financiamiento internacional: el FMI, el BANCO MUNDIAL, el BID, etc. Lo que entendemos, generalmente, como los sistemas de evaluación econométrica del desarrollo que miden la acumulación de riqueza y la infraestructura requerida para hacer sostenibles los procesos de crecimiento.
Sin embargo, quiero rescatar las teorías del desarrollo planteadas en términos del Premio Nobel indio, Amartya Sen («Amartya Sen, Development as freedon»): la libertad individual y colectiva como medio de desarrollo, en la medida en que este único indicador, permite alcanzar niveles de satisfacción personal que superan los requerimientos materiales y los someten a los propósitos de la razón, el entendimiento y la vida espiritual de todas las personas.
Ha sido suficientemente demostrado que si hablamos del desarrollo de las personas, se trata de mejoramientos progresivos y continuos en función de la integralidad de las mismas como seres racionales, sociales y espirituales necesitados de ampliar y desplegar su inteligencia y su relación con Dios. Con base en un soporte material que garantice los medios de formación intelectual adecuados que les permitan ser libres en ambientes construidos para tal fin.
.https://youtu.be/YZi5vam33ow?feature=shared
Es por ello, que debemos pensar en que los individuos todos, somos responsables de aportar con nuestro trabajo a la construcción de esta utopía del desarrollo, en función del grado de libertad que nos plantea Amartya Sen.
Debemos ser, cada vez, más libres y, en la medida en que nuestro propósito existe y lo vamos alcanzando, tenemos que ayudar a los demás, con los medios a nuestro alcance, para que se puedan conducir a este mismo fin. Con base en un espíritu de solidaridad cristiana que nos permita compartir, en comunidad, los resultados de nuestros éxitos, para asegurar el progreso y la satisfacción de las necesidades de todos aquellos que nos rodean.
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