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Uno de los procesos de creatividad más importantes en que las personas se ven involucradas, es el de generación de empresas; lo que, en otros ambientes, denominan procesos emprendedores.

 

Es la expresión propia de la capacidad imaginativa que, apoyada por la voluntad (disposición de hacer), contribuye a ampliar la libertad y la autonomía (D. Urbano y N Toledo, “Invitación al Emprendimiento”). A su vez, esto está atado a la necesidad innata de relacionarse y apoyarse en las interacciones de dependencia que son propias de la persona humana y condicionan su relación con los otros para convivir en sociedad.

 

Pero también, en la esencia de la persona humana, se manifiesta, desde sus orígenes, su espíritu económico (W. Lee, “Economía Divina”) que conlleva una organización de medios apropiada para asegurar su subsistencia.

 

Es en medio de estas circunstancias, en las que el proceso emprendedor de las personas las lleva a realizar operaciones comerciales (intercambio), esencia de la transacción de bienes y servicios que ha sido, desde el principio (A. Smith, “La Riqueza de las Naciones”), el factor que, de manera determinante, contribuye al desarrollo de la especie, desde el punto de vista: material, intelectual e, incluso, espiritual.

 

Ese acto creativo emprendedor, conduce a la existencia de un negocio, una empresa o una institución que, generada por los emprendedores, en su momento de entrar en operación, los trasforma en propietarios, con unos derechos que la sociedad reconoce como acciones o títulos de propiedad que determinan, a su vez obligaciones legales y éticas de diferente orden..

 

Este es el tema del que en esta ocasión nos ocuparemos.

 

El primer punto a tener en cuenta es que no todo propietario es, necesariamente, un emprendedor. Hay muchos propietarios que no han logrado la propiedad de sus empresas por la vía del emprendimiento, sino por actividades comerciales y/o especulativas que les han permitido tomar posesión de las mismas. Ellos son simplemente accionistas y de ellos también nos ocuparemos. Pero, por ahora, comentaremos el caso de las variables que deben ser tenidas en cuenta para ser un emprendedor exitoso. Ellas son:

 

1.      Es necesario tener presente que la primera condición para ser exitoso en una actividad, es hacer lo que gusta a quien la ejecuta. Si no hay gusto por lo que se hace, es necesario revisar la posición y buscar cambiar rápidamente de actividad. No hacerlo, es condición básica de un posible fracaso y frustración.

 

2.      Hay que ser un experto en lo que se hace. Ello requiere de un conocimiento profundo y amplio del “estado del arte” de la actividad objeto del emprendimiento. No se puede ser panadero sin saber hacer pan.

 

3.      Hay que tener deseos de progresar y capacidad de concretar esos deseos en planes de desarrollo que aseguren la supervivencia económica y tecnológica del emprendimiento.

 

4.      Hay que tener espíritu de servicio y solidaridad que estimule el aprecio y reconocimiento de los“stakeholders” por el emprendimiento. Este aprecio, se transforma en hechos concretos y fácilmente apreciables. En el caso de los clientes, se refleja en el precio, la recompra y las cantidades consumidas. En el caso de los proveedores, en sus facilidades de financiamiento, bajos precios de adquisición, compromiso con la calidad, oportunidad de entrega y acompañamiento a los procesos de desarrollo e innovación. Los accionistas, manifiestan su satisfacción con el servicio que los administradores prestan, con votos de confianza que se traducen en inversiones nuevas, mejoramientos de ingresos de los trabajadores y calidad de vida en general. El Estado, al comprender la importancia de los emprendimientos para la sociedad, seguramente, orientará legislaciones que promuevan ambientes favorables para este tipo de gestiones.

 

5.      Como punto final, pero no menos importante, hay que resaltar la necesidad de tener una valoración permanente y clara del emprendimiento, que permita apreciar y justificar los esfuerzos realizados, pero también, que sirva de elemento a considerar para la posible venta del mismo a accionistas que se interesen en él, parcial o totalmente. Esta opción, no es considerada por muchos emprendedores que se enamoran exageradamente de sus proyectos y prefieren morir, económica y civilmente, con ellos, por no desprenderse de ellos oportunamente.

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