El país democrático que permite que se irrespeten y erosionen sus fuerzas armadas, quiebra los cimientos de su institucionalidad y facilita que las fuerzas terroristas se apoderen de ella, para someter al pueblo a las manos de los tiranos de turno que eliminan la libertad, se apoderan de los medios de producción, monopolizan la educación sometiéndola a su propia ideología, sin posibilidad de opción y, finalmente, castran la creatividad de la gente a la que someten, con el cuento del delito de opinión.
¡Ya eliminaron a Dios de la constitución, ahora elegirán al Diablo para que los lidere!
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