¡El mar se está picando!
Generalmente, cuando el mar se está picando, se avecina la tormenta.
Es función del capitán del barco, seleccionar a los más hábiles, con el fin de enfrentar los retos que propone el nuevo escenario que se avecina.
No siempre serán los mismos que le acompañaron en la época de bonanza. Los nuevos requerimiento exigen nuevas estrategias y estas, a su vez, requieren nuevas estructuras y, por tanto, nuevos tripulantes. No necesariamente implica que los anteriores sean menos buenos que los nuevos. Simplemente, es que las circunstancias ahora son distintas y, por tanto, exigen liderazgos distintos y herramientas novedosas, apropiadas para manejar los retos que impone el inmediato futuro.
Hay que analizar la nave y asegurarse de sus puntos fuertes. Son los que mejor pueden responder a la turbulencia que se avecina. Es función del gobierno y de los empresarios que lo acompañan en la travesía, determinar cuáles son estos puntos fuertes y asegurarlos, para que puedan resistir los embates que ocasionarán las nuevas circunstancias.
Ya no hay tiempo de ensayar nuevos métodos que eliminen las debilidades. O se aprovechan las fortalezas, o nos perdemos en la inacción que provocan los comités conformados para hacer diagnósticos y proponer nuevos estudios y proyectos que no podrán impactar el inmediato futuro y nos van a distraer de lo que es necesariamente importante.
Las crisis, permiten lograr la maravillosa experiencia de converger lo importante con lo urgente y nos obligan a actuar en consecuencia. Hay que centrarse en lo importante, dándole el tratamiento de urgente.
Esto, obviamente, exige un liderazgo totalmente diferente e indica que llegó la hora de hacer los cambios en el alto mando del barco insignia, pero también en los que le escoltan. La nave del Estado, como barco insignia, debe liderar orientar y dirigir, a los barcos que le acompañan: empresarios, gremios, organizaciones cívicas de todo tipo, la academia y los centros de investigación y estudios más acreditados, con el fin de tener un abanico muy rico en opciones, que facilite la identificación de las alternativas para escoger prontamente, entre aquellas que ofrezcan las mejores oportunidades de éxito para vencer las amenazas que se avecinan.
Hay que amarrarse los cinturones y mantener firme el mástil. De manera que superemos la tormenta y, más pronto que tarde, con la ayuda de Dios, podamos gritar: ¡BUEN TIEMPO Y BUENA MAR, DESPLIEGUEN AL MÁXIMO MAS VELAS!
Bastante difícil enderezar la nave cuando hasta la misma tripulación está cansada de obedecer órdenes erradas y que van en contravía del buen juicio de llevar el barco a puerto seguro sin perder la nave o parte de ella especialmente si se trata de subir piratas que asuman el timón de la misma para atracarla en el puerto que más les convenga.
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