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En septiembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas definió los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una hoja de ruta que apunta a construir un mundo más equitativo, que no solo favorezca la paz mundial sino, que, sobre todo, resuelva las necesidades más apremiantes de todos los individuos que habitan en este planeta.

La agricultura es una de las actividades que mayores aportes puede -y debe- hacer para alcanzar los ODS, por lo que debemos orientar sus acciones hacia el éxito de esta agenda que es determinante para el bienestar general.

Basta con recordar el segundo de los ODS para sustentar la afirmación anterior: “poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la agricultura sostenible”. Una de las llaves para cumplir con este objetivo tiene que ver con una adecuada protección y nutrición de los cultivos.

¿Por qué? La respuesta es muy sencilla: cosechas sanas y fuertes se traducen en más alimentos inocuos y suficientes para alimentar a la creciente población mundial. A medida que aumentemos las productividades por hectárea en los cultivos, contaremos con más comida para llevar a las mesas de todos los habitantes de este planeta.

En esa línea, la agricultura también juega un papel determinante en la consecución de erradicar la pobreza en todas sus formas, que es el primer de los ODS listados por la Asamblea de las Naciones Unidas.

A medida que los agricultores produzcan más y mejores cosechas, más dinero recibirán por ellas, por lo que habrá un efecto positivo en sus finanzas y el de sus comunidades. Eso sí, es muy importante recalcar en los más pequeños que son los agricultores los héroes silenciosos que hacen posible que los alimentos que consumen lleguen a sus mesas. Reconocer su trabajo debe ser un imperativo para las nuevas generaciones.

Reducir las desigualdades entre países y dentro de ellos, otro de los ODS, también se logrará a partir de este reconocimiento. Reducir la pobreza en las zonas rurales, gracias a cosechas más productivas, es tan posible como necesario.

Por último, y no menos importante, es definitivo el uso de tecnologías para el agro que sean amigables con el ambiente, para afianzar el desarrollo sostenible. En protección y nutrición de cultivos contamos con este tipo de tecnologías, la clave está en usarlas de la manera adecuada para consolidar este desarrollo de largo aliento.

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